Corría mayo de 1996.
Las calles circundantes al Palacio de Gobierno en Ciudad Victoria estaban repletas de maestros de la Sección 30 del SNTE. Al contrario de años anteriores, no portaban carteles de agradecimiento ni lanzaban alabanzas al entonces gobernador Manuel Cavazos Lerma.
Sus cartulinas y lemas lanzados al viento eran muy diferentes. Al coro de “canal intracostero, maestros sin dinero”, los profesores cercaron a la sede del Poder Ejecutivo tamaulipeco y establecieron por varias semanas un campamento para reclamar un mayor aumento al salario y otros beneficios laborales.
Costo tiempo y dinero resolver el conflicto, pero se logró y lo más importante, se ha mantenido la estabilidad de ese gremio, el más politizado de México y uno de los sectores más influyentes en la vida sociopolítica nacional.
¿Por qué no se ha repetido ese fenómeno sindical en el Estado?
Es obvio que la respuesta se deriva del entendimiento, por encima y debajo de la mesa, que han establecido las diversas dirigencias sindicales con los gobernadores en turno, en una larga etapa de casi placidez sólo interrumpida durante un breve lapso durante el liderazgo de Arnulfo Rodríguez Treviño, que ganó en tres patadas una rebelión maquillada con el entonces mandatario, Egidio Torre Cantú.
Sin embargo, no ha sido fácil sostener esa relación con el SNTE.
No en estos días complicados en que los bloqueos, las manifestaciones, las marchas y hasta los delitos flagrantes se le perdonan a un ala en extremo belicosa del magisterio, como es la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE, convertida en un azote para todos los sectores del país, no sólo para la enseñanza pública.
Pero Tamaulipas sigue siendo territorio tranquilo en ese terreno. Hasta ahora.
El responsable de una posible nueva rebelión sería el Congreso Local, que se ha convertido en los días cercanos en un “tapón” para dictámenes que no tienen reversa, como ha sido el nombramiento de un Fiscal Electoral y también, precisamente, la reforma educativa.
Los hechos hablan sin necesidad de interpretarlos. La relación tersa entre el magisterio tamaulipeco y la administración estatal parte de un acercamiento estrecho del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca con la base docente y con directivos sindicales, que ha permitido que nuestro Estado sea ejemplo de estabilidad laboral en el plano educativo. No es un hecho fortuito la buena disposición del profesorado sino el resultado de una permanente política conciliatoria del mandatario.
Por eso extraña la postura del Congreso. Jugar en estos momentos con el magisterio, en otra “puntada” de Glafiro Salinas, no es una buena idea…

CONTAMINACIÓN, SIN RESPETO
Tamasopo es un bucólico pueblo de la huasteca potosina, al cual visito desde hace casi 40 años. Está rodeado de verdes montañas, inagotables ríos, arroyos y cascadas. Salvo un ingenio ubicado a 20 kilómetros en el vecino municipio de Tambaca, no hay industrias contaminantes, no es tiempo para quema de caña ni tampoco es temporada de zafra, que son los factores que podrían enrarecer su medio ambiente.
Es un sistema ecológico maravilloso en su flora, prácticamente todo el año, pero con todo y eso, el reporte del clima en ese lugar en los días cercanos arroja algo inusual: la calidad de su aire es mala. Por qué sucede eso no puedo precisarlo, pero el hecho es que el problema existe. Pudieran ser la causa los incendios forestales, que “gracias” al recorte presupuestal a la CONAFOR han hecho un infierno de gran parte de México.
Sin embargo lo importante es que no podemos cerrar los ojos a la realidad: La contaminación ya no es exclusiva de las urbes. Ojalá los gobiernos, cualquiera que sea su rango, atiendan esta amenaza y cuiden a pedacitos del paraíso en la tierra, como es Tamasopo…

Twitter: @LABERINTOS_HOY