Independientemente de los grandes yerros que presenta en su logística, el Instituto Mexicano del Seguro Social cuenta también con aciertos que nos hacen reconocer la dificultad que se tiene al dotar de servicios médicos a millones y millones de mexicanos.
No es fácil llegar a una clínica y pedir cita en medicina interna o nefrología: hay decenas o cientos de personas necesitadas de estos servicios y poca disponibilidad profesional, es decir, casi no hay especialistas en ninguna parte del país, pese a que siguen egresando de institutos y universidades.
Sucede que los costos de la medicina privada hacen que éstos se dediquen a sus consultorios, donde ganan en una consulta lo de 4 o 5 días de salario, ocasionando una crisis en los hospitales oficiales donde faltan especialistas.
Pero hay un programa que se ha intensificado no únicamente en el IMSS sino en todo el sector salud, y es referente al combate a los dos grandes “asesinos” del siglo como son la hipertensión arterial y la diabetes mellitus, enfermedades crónicas incurables que provocan miles de muertes al año en nuestro país, y millones en el mundo entero.
DiabetIMSS se denomina la estrategia, y tiene como objetivo detectar y controlar a pacientes con estos males que realmente son incapacitantes y terribles en sus consecuencias. Los esfuerzos son mayúsculos y topan con pared casi siempre, gracias al desinterés del paciente que no entiende que se hace algo por su vida.
Cuando vamos a consulta nos percatamos que la mayoría de los pacientes que acuden a estudios y revisiones son adultos que sobrepasan los 50 años, es decir, población de adultos mayores, con más secuelas provocadas por la falta de capacitación oportuna.
Lo grave, para el criterio del columnista, es que en la juventud existe un porcentaje alarmante de gente con obesidad y sobrepeso, y son éstos dos de los más importantes detonantes para ser diagnosticados con diabetes o hipertensión arterial: somos nuestros propios verdugos.
El sedentarismo es alarmante: nadie quiere hacer ejercicio por estar como zombie frente a un teléfono “inteligente” que lo que “mejor” hace es provocarnos un estilo de vida nefasto, y convertirnos en víctimas de estas enfermedades.
Ni el IMSS ni todo el sector Salud han podido resolver el enigma que se desató con los nuevos Smartphones y que nos lleva a un sedentarismo criminal, que aunado a la falta de una alimentación adecuada en forma inmediata nos convierte en posibles víctimas de estas enfermedades.
No entendemos hasta que nos diagnostican, y entonces, queremos bajar esos 20 o 30 kilogramos de más, y queremos salir a hacer ejercicio… aunque solo vayamos tres o cuatro días.
Y todo mundo, alegre y contento, no toma la importancia adecuada a su obesidad y gordura extrema. No hemos entendido que esto nos está matando.
La estrategia de autoridades sanitarias funciona en la medida que colaboremos y participemos en forma activa. De otra forma, son esfuerzos y recursos tirados a una alcantarilla.
Necesitamos cambiar hábitos: dejar los fines de semana con chelas y carne asada, para buscar algo más saludable. No abusar de las “quekas” (quesadillas) y las flautas. Nadie hará por nosotros lo que no hagamos primero.
Ahora, si le vale, si no le importa todo esto que comentamos y no quiere cuidarse, ¡adelante! Pero por favor, no vaya con el servicio médico oficial a pedir apoyo cuando le diagnostiquen una de las muy graves complicaciones de estas enfermedades. Cuando pierda la vista, los riñones o una extremidad, piense en su Smartphone, a ver si así puede curarse.
Si no, créame, estamos a tiempo de redirigir nuestros hábitos, y para ello puede acudir a las clínicas del Sector Salud, donde hay programas muy importantes para tal efecto.

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