El saldo de las visitas a Tamaulipas de Ricardo Anaya y de Andrés Manuel López Obrador –a Tampico ambas– deja en la opinión de su servidor, una paradoja en las campañas de los dos aspirantes a la Presidencia de la República.

Como si siguieran un guión prefabricado, los dos se quejaron en todos los tonos de ser víctimas de la guerra sucia; los dos acusaron al actual gobierno federal y a todo lo que huela a PRI, de corrupción, de ineficiencia y de alejamiento de la sociedad.

¿Cuál es la supuesta paradoja?

Trataré de responder con otra pregunta:

¿Cómo se puede quejar el par de precandidatos de ataques sistemáticos y de utilizar la deslegitimación como estrategia si es precisamente lo que ellos hacen en todos los foros donde ponen los pies?

En los mensajes de Ricky y Andy, el 80 por ciento o más de sus respectivos contextos fue dedicado a satanizar, a denigrar y hasta a insultar, a su oponente común, el Revolucionario Institucional y a su precandidato al Poder Ejecutivo, utilizando como blancos al actual Presidente, a gobernadores, a alcaldes y a diputados. Todos en montón, según su óptica, integran una banda de ladrones e ignorantes.

Demonios, no entiendo de qué manera se puede exigir no recibir baños de lodo si eso es precisamente lo que generosamente lanzan ellos. Se desgarran las vestiduras si les ensucian los zapatos pero no parece darles asco llenarse las manos de basura para repartirla con singular alegría. Y con todo respeto, hasta llenarse la boca con los mismos desechos.

La abuela y luego mi madre, en su sabiduría de origen popular me recetaban con frecuencia una frase cuando en mis años infantiles o de pubertad reclamaba en forma airada un trato especial.

”En el pedir está el dar, hijito”, solían soltarme como respuesta.

Y tanto el aspirante del Frente panista-perredista-naranja como el de MORENA y sus comparsas predican precisamente con el ejemplo de lo que reclaman.

Como decía el añorado maestro periodista Alfonso Pesil, lo hacen con ahínco digno de mejor causa…

 

¿A FAVOR O EN CONTRA?

¿Está usted a favor o en contra del operativo llamado Alcoholímetro?

En lo personal, yo lo apruebo. Son tantos los patrimonios afectados y tantas las vidas o integridades físicas perdidas, que sería una aberración oponerse a un control de esa naturaleza, hasta ahora el disuasivo más eficaz encontrado para no beber licor o algo semejante si conduce.

Pero de la misma manera que lo aplaudo, repruebo totalmente los abusos cometidos en aras de esa medida de seguridad.

A esta columna han llegado decenas tras decenas de quejas y denuncias de quienes han sido extorsionados para no ser enviados a su hogar sin su automóvil y peor aún, de quienes han sido multados sólo por tener aliento alcohólico, que de ninguna manera significa necesariamente intoxicación, así como de quienes han sido obligados a utilizar pipetas contaminadas con otras personas ebrias. Todo con un objetivo, lucrar con esa acción.

No es la autoridad municipal un bebé que se chupa el dedo para ignorar los abusos cometidos en ese sentido. Por supuesto que lo saben y por lo visto lo minimizan o simplemente no le prestan atención, con lo que tácitamente conceden licencia a agentes de tránsito y médicos sin escrúpulos para exigir dinero a cambio de perdón.

Y claro que se pueden evitar esos abusos. Basta con permitir a la sociedad civil, a representantes de cámaras empresariales, a académicos y auténticos defensores de derechos humanos, que participen en esos operativos. Es la única manera de frenar esas arbitrariedades y entonces, sólo entonces, merecer el total apoyo de la ciudadanía…

 

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