Al migrante se le define como persona que se traslada de su lugar de origen a otro, definición que en práctica se queda corta para abarcar el mundo migrante.
Hoy en día la migración es uno de los fenómenos presentes más extensos y amplios que vivimos como sociedad, especialmente en la frontera Estados Unidos de América- México. Cada año miles de migrantes de origen latino cruzan el territorio mexicano en la busca de la esperanza del “sueño americano”.
Las razones para migrar son bastas y diversas, pero tienen una raíz en común: violencia y pobreza. Son orillados a tomar la “decisión” de dejar todo atrás en busca de una frontera peligrosa e incierta pero que promete una salida a las problemáticas que se enfrentan. Ya que en sus hogares no cuentan con las garantías sociales, derechos humanos y oportunidades son obligados a huir, no por decisión sino para sobrevivir.
Los migrantes no migran por gusto, generalmente migran debido a que sus lugares de origen fallaron en proporcionarles oportunidades y servicios básicos. Son exiliados económicos, de la violencia, de la discriminación que van en busca de oportunidades que se les fueron negadas.
México cuenta con una amplia extensión territorial y a la par se encuentran presentes redes de trata de personas, secuestradores, pandillas que buscan aprovecharse de la vulnerabilidad de los transeúntes, por eso cruzar el país se convierte en uno de los obstáculos más duros para los migrantes, especialmente para los centroamericanos que son perseguidos por no contar con algún “permiso” para transitar por el territorio mexicano, por lo que cuando son víctimas de algún delito no pueden denunciar debido a que serían deportadas en caso de acudir a las autoridades.
La llegada al “otro lado” es una apuesta, ni el coyote aún pagando las elevadas cuotas, puede garantizar que lograrán cruzar. En cuanto llegan a su destino se enfrentan una vez más a la discriminación por su origen, ya que son criminalizados por no contar con “papeles” que aseguren su integridad en el país.
Gracias a los discursos electorales y a las medidas políticas del actual presidente de los Estados Unidos; Donald Trump, la población migrante ha sido víctima de criminalización, ya que el poder ejecutivo se ha encargado de manipular la imagen de los migrantes como “invasores”, “violadores” y “criminales, características que en repetidas ocasiones ha recalcado. A raíz de sus comentarios se ha abierto una oportunidad para actitudes xenófobas y racistas que denigran a los migrantes por su origen.
La criminalización de los migrantes por ser “ilegales” pone su estadía en los Estados Unidos y su futuro en una constante amenaza, ya que son criminalizados por el hecho de no contar con un permiso “legal” que les autorice la residencia en el país del norte. Aún siendo participantes activos en la economía que contribuyen con impuestos, trabajo e incluso negocios propios son ignorados. Gracias a su estatus “ilegal” son invisibilizados ante la ley, por lo que también se encuentran en un estado más vulnerable al no poder contar con protección de ningún tipo, y no poder denunciar abusos. La realidad del sueño americano conlleva la constante amenaza de ser deportado, y una incertidumbre sobre el futuro.
Mientras no se garantice que las personas tengan cubiertas todas sus necesidades en sus países de origen, lo mínimo que se puede hacer en garantizar su seguridad durante su recorrido. El gobierno mexicano ha facilitado que los centroamericanos obtengan un permiso de asilo para que su tránsito por el país sea un poco menos riesgoso, pero aún faltan más medidas que asegure el bienestar de los migrantes. Espero que algún día todos seamos considerados ciudadanos del mundo y que ninguna frontera limite nuestro futuro.