Cuando decimos que hay muchas cosas que no comprendemos, nos estamos tratando de engañar, pues bien sabemos lo que nos está pasando, pero aceptarlo resulta doloroso, por eso, tratamos de evitar pasar por ese proceso y nos permitimos dudar, porque mientras cuestionemos la verdad, sentimos que existe la esperanza y eso nos permite vivir en la simulada confianza de que todo lo que nos causa malestar, en un momento dado de nuestra vida, podría cambiar.
Cuando afirmamos repetidamente que tenemos el control, porque somos fuertes, tratamos de convencernos a nosotros mismos que lo somos, pero bien sabemos que padecemos ciertas debilidades emocionales, que nos impiden sobreponernos a la realidad, de ahí que una y otra vez intentamos demostrar lo contrario y nos damos el valor de arriesgarnos a fracasar o salir victoriosos en aquellos trances que frenan nuestra paz y tranquilidad.
Cuando dejamos de consentirnos como personas buenas, nos estamos negando la oportunidad de serlo, les aseguro que nadie está más interesado en reafirmar el hecho, que aquellos que en su naturaleza saben que hay bondad.
No trates de convencer al necio de que eres una persona de fiar, porque quien ha sido herido con anterioridad, siempre habrá de desconfiar de las intenciones de propios y desconocidos.
Si consigues liberar tu pensamiento de las ataduras que te impone el acontecer de una sociedad a la que le interesa vivir más de la mentira que de la verdad, no te intimide recibir la crítica de los que se aferran en cerrar los ojos, pensando que nadie puede detectar su mal actuar, no se puede vivir de mentiras a medias ni verdades mentirosas.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com