La semilla vino con el viento una primavera y cayó en el borde de un canal pluvial, la semilla fue arrastrada por el viento y encontró una grieta en el cemento, y permaneció ahí por un tiempo, llegaron las lluvias, y el cauce del canal creció y se fue llevando todo lo que encontró a su paso, más la semilla se aferró a la grieta; pasadas las lluvias, la humedad quedó atrapada en la grieta y esto le permitió a la semilla germinar, y al poco tiempo se asomó una pequeña planta, se veía tan frágil, tan vulnerable, que cuando llegó el verano, pareció marchitarse por el intenso calor de los rayos solares, pero, de nuevo el cielo se nubló y calmó la sed de la pequeña planta, y aprovechando el buen tiempo, se estiró lo suficiente como para estar a la altura de la barda que limita nuestra propiedad con la del dominio del canal; un trabajador que se encontraba haciéndole reparaciones a la barda, observó la planta y nos comunicó que si la dejábamos crecer sería un riesgo, tanto para la barda, como para nuestra seguridad; para entonces la planta ya era un hermoso arbusto con abundante follaje de color verde que le daba sombra a nuestro pequeño patio, mi esposa me recordó que teníamos que mandar cortar el arbusto, pero yo, desde la primera advertencia que mi hiciera el trabajador hice caso omiso, pues años atrás, había tenido un evento extraordinario al que no pude calificar como sueño, pues no encontré elementos para ello; en dicho evento, según los estudiosos en cosmología espiritual, se puede tener contacto con seres de luz; pues bien, si así hubiese sido calificado el fenómeno, la verdad es que en aquella ocasión dicho ser venía a comunicar algo a la humanidad y esto estaba relacionado con la viabilidad de los árboles en la tierra, a los cuales señalaba como vitales para la vida en nuestro planeta; de ahí mi negativa a cortar el árbol, quien ahora llega hasta la ventana de la planta alta de la casa, y que al llegar el otoño, empezó a cubrir el suelo del patio con sus diminutas hojas, formando una especie de alfombra, cubriendo también la superficie de tierra de las macetas, como si tratase de protegerlas del invierno próximo.
Antes de iniciar la elaboración del presente artículo, estando en la plante alta de la casa, algo atrajo mi mirada al follaje del árbol, lo cual de primera intensión no pude definir, pero al mirar con detalle aprecié que entre un claro, suspendida en ese espacio, estaba una pequeña cruz de madera, me tallé varias veces los ojos y cambié de posición, pensando que tal vez el entrecruzamiento de las ramas estaba formando esa figura pero por donde la observara era perfecta; de inmediato descendí a la parte baja de la casa para invitar a mi esposa, pero ella se encontraba muy atareada preparando la comida, por lo que regresé al sitio desde donde podía apreciar la visión y en esta ocasión no tuve suerte, sólo pude apreciar un suave viento que movía discretamente el escenario natural.
La pequeña semilla, sembrada en lo que parecía tierra infértil, germinó, y con dificultad se abrió camino a la vida, en un acto de fe del hombre, permaneció de pie y a su lado, lo cubrió con su sombra para mitigar el calor, y lo abrigó con su hojas para protegerlo del frío; después el Hijo del Hombre nos recuerda a través de la Cruz, que él ha vencido a la muerte y al pecado; el ungido de Dios ha rescatado a la humanidad de la condenación.
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