Un buen día, meditaba preocupado sobre el por qué algunos seres humanos siempre están renegado de la vida; valoraba en especial, algunos casos de personas por las que guardo una especial estima; comentándolo con algunos amigos psicólogos, me dicen que esa actitud belicosa y evidentemente negativa, exhibe rasgos de su personalidad, de ahí que difícilmente podría yo hacerlos cambiar de opinión o de actitud sobre algún tema que defienden como si fueran autores o primeros actores.

Comenté que estaba preocupado, porque como médico, he comprobado, que el abordar los temas con mucha pasión, puede ser un elemento nocivo  que se  sume a los factores que ponen en riesgo su salud.

No es extraño en estas fechas, que el tema más socorrido sea el político, de ahí que resulta sumamente conveniente, que si se padecen enfermedades cronicodegenerativas, lo mejor sería no abordarlos, o procurar que al  hacerlo, se ventilen como una noticia cualquiera y no como un hecho trascendental, porque sin restarle importancia, el resultado de los debates entre ciudadanos, no influirá para nada en el resultado de las elecciones y mucho menos en los proyectos reales que motivan a los candidatos a contender por los puestos de elección popular.

Comentaba mi tío Tiótimo, que si se quería disfrutar de la buena charla entre amigos, debería ponerse como regla no hablar de política, ni de religión y en algunos casos de futbol, porque cuando se vive de manera apasionada estas actividades, las diferencias podrían terminar con  las buenas relaciones y en algunos casos extremos, hasta con la salud de las personas.

Hablemos mejor entonces, de cómo podríamos, en lo individual, mejorar la sana convivencia; está comprobado, que el pasar momentos llenos de armonía en familia, con los amigos y compañeros de trabajo, siempre tendrán un efecto terapéutico en nuestra salud ¿Acaso el estar sano no es una de nuestras prioridades en la vida?

 

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