En ocasiones me pasa que me siento tan distraído cuando voy escribir sobre una anécdota, que hasta podría pensarse que no la puedo recordar, mas yo sé, que no se trata de un olvido, sino de un bloqueo ajeno a mi voluntad, por eso en muy contadas ocasiones les pido a las personas que han pasado más tiempo a mi lado en la vida, aporten un recuerdo grato digno de contar y que pueda gustar a mis estimados lectores, curiosamente aparece en ellos la misma dificultad, no para recordar, sino para colaborar en ello, tal vez pensando que ya no se trataría de una anécdota personal; mas a mí me da la impresión, que el regresar al pasado para hurgar en él, muchas veces les causa una sensación de tiempo perdido, pues mucho se nos ha dicho que vivamos el presente y olvidemos el pasado, para algunos significa pasar el lápiz de nuevo, para repintar las letras escritas en un viejo diario, en fin, hago una pequeña pausa, para repasar algunas páginas guardadas celosamente en mi memoria, para compartir con ustedes.

Les comentaba en una ocasión, que durante mi vida, tuve algunos trabajos informales, de niño y adolescente, aprendí el oficio de aseador de calzado, recolector de plantas medicinales silvestres, recolector de materiales para reciclar como el vidrio, el hueso, el cartón; también fui aprendiz de piscador de fruta y empacador de la misma, ayudante de carnicería y en tienda de abarrotes; aprendiz de labrador de la tierra. Todo ello me fue muy útil en la vida, y además me redituaba un ingreso económico para sustentar mis necesidades personales; pero lo que más me agradaba a esa edad, era el dedicarme a pensar y a soñar, solía pensar mucho en solucionar algunas necesidades del prójimo, que consideraba de vital importancia, para tener un mundo mejor, pero a pesar de que estaba muy motivado, y se había disparado mi creatividad inventiva, resultaba que estos inventos que creaba en la mente, al final no resolvía los problemas de fondo que causaban la infelicidad de la gente; entonces empecé a soñar, y en mis sueños comprendí que no había ninguna máquina o artefacto capaz de hacer feliz a la comunidad, que se le podía facilitar muchas cosas en el hogar o el trabajo, en el transporte, o en la alimentación, en el vestido o en la salud, pero al final, las personas regresaban a ese estado de insatisfacción en la vida; entonces del pensamiento y los sueños, pasé a escribir, y a través de ello, encontré que estaba relacionado con las emociones y los sentimientos.

En los diferentes enfoques, evidenciamos la gran influencia de las emociones y los sentimientos sobre nuestro grado de satisfacción por la vida, entender cómo lograr mantener un buen equilibrio emocional y un manejo saludable de nuestros sentimientos, nos evitarán experimentar ese vacío existencial que suele acompañarnos, en ocasiones, toda la vida.

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