Seguramente usted como yo, se ha topado más de una vez con el invaluable tesoro de sentirse feliz por un momento, y se habrá dado cuenta, que fue tan sencillo encontrarse en ese lugar maravilloso, con las personas adecuadas, en el tiempo preciso, pero con resignación, al término de ese lapso mágico, reprocharse el por qué lo dejó escapar demasiado rápido, o por qué no se ha amado lo suficiente, para gratificarse con otros tantos momentos de igual valía.
Comento lo anterior, porque un buen día me preguntaron si yo conocía la felicidad, y sin dudarlo respondí que sí, negarlo, me hubiera hecho sentir muy infeliz, porque se puede creer, que se tienen demasiados motivos en la vida, para no aceptar que hemos sido creados por Dios, para vivir y ser felices; situaciones amargas, que seguramente nos han marcado en alguna de nuestras etapas del desarrollo, tal vez, porque no tuvimos a nuestro lado a una persona que nos explicara, que es necesario enfrentarlas para crecer, para madurar y enriquecernos con las enseñanzas que nos dejó el hecho de haberlas experimentado, de ahí que teniendo ya el conocimiento, evitar en lo posible, volver a caminar por el mismo doloroso sendero. Cargar todo el tiempo con los derroteros, va limitando sobremanera nuestro gran potencial para ser felices.
Hay personas que fracasan en sus relaciones amorosas y se llenan de amargura y de otros sentimientos negativos, mismos, que van bloqueando nuestra capacidad para reinventarnos, y con ello darnos la oportunidad de volver a amar, pero sobre todo, para poder sanar de las heridas que nos dejó la mala experiencia.
Me pedían un consejo para recuperar la confianza en sí mismos, en los demás y en la vida, y les comenté: No hay una formula magistral para resolver lo que nos impide ser felices, en mi caso, cuando me aqueja el pesimismo, me digo a mi mismo: Hoy es un buen día para ser feliz, lo seré a pesar del desánimo que suele llegar de manera inesperada y se hace acompañar de otras calamidades y dejo que mi mente empiece a recordarme los momentos ingratos que han tratado de acortar el maravilloso tiempo que el Señor me ha regalado para ser feliz. Es recomendable no darles mayor peso a las cosas que pueden dañarnos, porque la mente suele engañarnos, y hacernos creer que estamos en situaciones de difícil solución cuando no es así. En ocasiones en el afán de pensar que todo lo malo que nos ha ocurrido, ha sido por culpa nuestra y no de la casualidad cuando se conjugan los elementos indeseables, que por mucho tiempo hemos tratado de enterrar, para recuperar la libertad y el amor por la vida.
enfoque_sbc@hotmail.com