Por ese tiempo que se pasa sin estar en donde se debía haber estado; por todo lo perdido cuando se pensó que la presencia era importante en otro lado. Por las noches de desvelo obligado para tratar de cumplir con lo que otros para ti habían destinado; por el aislamiento forzado para cavilar sobre el pasado. Por todo eso que ocurrió antes, y que hoy se ha significado por haberle restado oportunidades a tu vida. Por eso y más, de esto y de aquello  que no se recuerda o ya no se quiere recordar, pero que es reflejo de la risa de los que si supieron los días aprovechar. Por los que aprendieron que un segundo no se puede menospreciar. Por esa permanente celebración existencial que se puede llegar al envidiar cuando sientes que ya no puedes volver atrás. Por ese mirar hacia adelante sin saber lo que te ha de esperar, por el sentimiento de orfandad cuando miras a los lados y sólo encuentras soledad.

Por todo buen sentimiento extraviado en el pasado, debido a la incomprensión; por la ignorancia y la desesperación, por no saber cómo tratar la inocencia. Por la confusión que causa la decepción que no admite ninguna explicación. Por la omisión del perdón a nosotros mismos y a los que nos ofendieron.

Por la supresión y la subyugación generada por el autoritarismo; por la libertad perdida por la ambición, por el extravío de valores positivos que generan el nocivo cambio de personalidad que acrecienta el vacío que nos conduce a rendirle culto al egoísmo.

Por todo lo que pudo habernos separado temporalmente de lo que más amamos; te damos gracias Señor, porque nos ha servido para percatarnos, de que más allá de la sensación de haber perdido el tiempo, nos ha mostrado el camino para transitar hacia la eternidad.

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