Desde el Siglo I ya se acostumbraba la dádiva monetaria en los círculos de poder para la aceptación o aprobación del Senado de tal o cual decisión del César, y del reparto de dotación de cereales (hoy despensas) entre el pueblo, y no podía faltar los días de fiesta en la arena del gran circo romano, de ahí la frase “al pueblo pan y circo”. De tal manera que los políticos de hoy, o los del siglo XX no inventaron nada, sólo hicieron más visibles y más intensas en los últimos tiempos esas costumbres.

Traemos el tema a colación porque el candidato de la alianza PAN-PRI-PRD, César Augusto Verástegui Ostos, recién anunció acciones de política social que pondría en práctica en su gobierno, pero también con fe notarial, dio testimonio de los apoyos existentes para que no le sean retirados a los actuales beneficiarios esas aportaciones por el hecho de que voten a favor de “Va por Tamaulipas”, es decir las de recursos federales gane, quien gane, y las estatales en el caso de que Morena ascendiera al poder.

De tal manera que ni la 4ª T inventó la dádiva, ni los políticos actuales o del pasado reciente la crearon, algunos la han desaparecidos, en alguna ocasión escuchamos decir a Oscar Almaraz que en sus tiempos de alcalde había realizado una medición, y que sólo un 20 % de quienes recibían una despensa la agradecen.

Por otra parte los hechos de las campañas dibujan un ambiente de lucha tenso, agresivo, de confrontación como nunca antes habíamos visto, no por lo menos con esta intensidad. Al mismo tiempo hay poco entusiasmo por la “promoción viva”, esa que antes se desbordaba en la vía pública, empezando por los “pasa calles” (tiras de banderines) que atravesaban el camino por donde pasaría el candidato, los altavoces que desde un vehículo promocionaba al candidato y animaban el recorrido con ambiente musical, o las brigadas de impacto ofreciendo calcomanías a los conductores de vehículos, quizá esto último no tendría éxito en esta época, por temor a las represalias después del 5 de junio.

También hay una baja en el trabajo territorial, al parecer hoy los comités de campaña de los candidatos le apuestan a la operación del Día “D”, que en realidad es 24 horas antes de los comicios, es cuando se reparten los “incentivos” para operar al día siguiente.

En la gran pirámide social, la clase media ejerce un voto libre, es decir no lo vende; hay una clase sándwich que es la burocracia de los tres niveles de gobierno que son inducidos o advertidos (por no decir amenazados) para que voten por tal o cual coalición, y una tercera fuerza, la más numerosa es la que está en los niveles de abajo de esa pirámide, ahí están las clases más necesitadas y mayoritarias, a las que se movilizará el día “D” con la sugerencia de que vote por determinado candidato.

El voto es libre, aunque exista la amenaza de castigo, como es el despido o la cancelación de apoyos institucionales; sigue siendo libre aunque reciba un pago por el voto.

Sin embargo hay modelos como el carrusel, donde cada operador llega a las cercanía de una casilla, ofrece el dinero y entrega una boleta cruzada, que será la que deposite el ciudadano y a la salida el votante tendrá que entregar una boleta en blanco y supuestamente habrá depositada la que le dieron ya marcada, con esa misma boleta en blanco que será cruzada se entregará a otra persona y así sucesivamente.

Es un procedimiento difícil de comprobar, la primera boleta la adquiere el operador que se presenta como cualquier ciudadano en la casilla que le corresponde, simula que va a votar, pero no deposita la boleta, ya explicamos cómo la va a utilizar.

Por eso es impredecible saber quién ganará, pese a las tendencias que se perciben. Sin embargo siempre hay manera de evitarlo y es que el o los candidatos tengan vigilancia en las vías de acceso a las casillas y eso es una estructura, que si no se tiene no habrá forma de evitarlo.

< Municipios sin recursos para obras y seguridad pública

Urge restituir fondos que fueron cancelados a municipios en los Presupuestos de Egresos Federales de los últimos dos años, con lo cual se ha visto afectado el ramo de obras públicas y seguridad. El recurso anual a nivel nacional que están necesitando es de 13 mil 714 millones para ejercerlo en seguridad pública, invertir en infraestructura de agua potable, alcantarillado, drenaje y mejoramiento de escuelas.

Aunque los que reclaman este recurso son los ayuntamientos de las 100 ciudades más grandes del país, también están estancados y sin posibilidades de desarrollo los municipios suburbanos.

Entre esas 100 ciudades más grandes de la República mexicana están consideradas siete de Tamaulipas, que son Reynosa, Matamoros, Nuevo Laredo, Victoria, Tampico, Altamira y Madero. Por su Puerto Industrial Altamira tiene ingresos extraordinarios.

Por lo que respecta a Tampico pese a ser un puerto de altura perdió ese privilegio aduanal precisamente con la apertura del Puerto Industrial de Altamira.

Los señores diputados federales opositores a Morena ven desde ahora este problema, aunque con muy pocas posibilidades  de revivir el Fondo de Fortalecimiento para la Seguridad (Fortaseg) recién desaparecido, pero cuyos efectos impactan directamente en la policía municipal. Tamaulipas perdió por este rubro 120 millones 987 mil pesos que aplicaba en seguridad pública y que ya no aparecieron en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2022.

Esos recursos eran invertidos en la adquisición de patrullas, equipo para el personal y capacitación del mismo. Este ha sido un tema recurrente en las mesas de Seguridad y Justicia, donde hay presencia ciudadana además de la institucional, y consideran grave este recorte presupuestal.