Cómo no recordar los años de la década de los ochenta y noventa, cuando la franja fronteriza tamaulipeca representaba un potencial enorme en cuanto a industria de la transformación.
Las maquiladoras eran parte fundamental del paisaje tamaulipeco: miles, muchos miles de paisanos hicieron su vida viviendo del trabajo remunerador de estas empresas, formaron a su familia y más. Eran tiempos de bonanza, cuando los gobernadores presumían mucho los logros de las maquiladoras.
Había muchos parques industriales, y se comparaba a nuestros obreros con coreanos, chinos, japoneses y de otros países, afirmando los conocedores que la mano de obra mexicana era muy peleada, porque –aseguraban- era barata y de excelente calidad, los dos factores que prefiere cualquier empresario del orbe.
Recordamos que en los informes de gobierno era muy importante el hecho de tener la cantidad de obreros en estas industrias, hasta que, poco a poco, algunas se fueron yendo, por aspectos que van ligados a la economía global y las crisis que nuestro país ha sufrido a lo largo de los últimos lustros, incluyendo la de seguridad, que ha hecho mucho daño.
Por esa razón, el columnista no concibe la declaración del Secretario del Trabajo Alfonso Navarrete, en el sentido de que la mano de obra mexicana cuenta con muy pocas capacidades, muy poca certificación de habilidades, y con niveles de productividad muy lejos de lo ideal.
Surge la duda si vivimos en el mismo país, donde antaño éramos primeros lugares en este rubro, y había muchísima promoción industrial. Recordamos aqullos parques industriales que se abrieron en la frontera, en Victoria y otros sitios, que dieron cabida a varias empresas, mismas que lograron algunos beneficios para poder asentarse con nosotros, a cambio de las fuentes de empleo tan necesarias para la entidad como en cualquier parte del mundo.
El secretario Navarrete probablemente no esté muy empapado de la historia de la industria maquiladora, y no deba saber que en esos tiempos no muy lejanos, la mano de obra era mayoritariamente femenina, y la disciplina con que se conducen nuestras mujeres era ejemplo.
Comparaban con Taiwan, China, Japón e inclusive países de América Central y de Africa y Oriente, dando como conclusiones el hecho conocido por todos: la mejor mano de obra está en México.
Cierto: ha habido diversos factores que han alejado a nuestra industria, pero suponemos que si se hace un gran esfuerzo colectivo podríamos recuperar en mucho la fuerza industrial que nos caracterizó durante décadas, y volver a ser esa entidad pujante y laboriosa, trabajadora y entusiasta que todos quisiéramos para nuestros hijos, ante lo que viene en esta nueva era-
El gobierno de Tamaulipas ha anunciado la creación de muchas fuentes de empleo, sin embargo, son más nuestros muchachos que se incorporan al mercado laboral y tienen necesidades de manutención. Hace falta mas.
Tenemos, pero necesitamos más, para que quede claro.
Es tiempo de buscar alternativas, y claro que también se encuentra algo que no existía en esos tiempos: la energía eólica y sus fuentes de empleo que generará, además de ser un factor positivo en materia de sustentabilidad.
Hay que aplaudir lo que se hace, vitorearlo, apoyarlo, y pugnar porque se haga más, y porque no falte empleo para nuestros hermanos.
No es agradable ver a muchachos muy bien preparados, con conocimientos suficientes para brillar que no encuentran empleo.
Porque estudiar en las mejores escuelas, hacer todos los méritos posibles para lograr una oportunidad profesional y acabar en un “negocito” que de “p’al taco nomás”, como que no es justo.
O así lo vemos los padres de ellos.
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