El fin de semana estuvo el presidente de México Andrés Manuel López obrador en la entidad, y visitó algunos municipios fundamentales para dar un claro mensaje de lo que se busca durante su administración, y también, de la forma en que está tratando de llevar su plan de gobierno en comunión con las administraciones estatales, en este caso, la de Tamaulipas que preside Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
Sabemos que este tipo de eventos tiene muchas lecturas los que están a favor y en contra del presidente, los que están a favor y en contra del gobierno estatal, y los grupos de “rebeldes” que no se encuentran en ninguna parte, gracias a su poca facilidad de adaptación.
El caso es que López habló del sector salud en su gira, y ahí estuvo el director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, quien aseguró, entre muchas otras cosas, lo que pretendíamos escuchar: todo está bien y no hay problema, y los planes de la 4T para salud son positivos.
Nada más errático que lo escuchado por el titular del IMSS, cuando vemos que hay aspectos fundamentales que vivimos los derechohabientes en forma cotidiana y que no resuelven el principal punto a tratar: la salud de los mexicanos.
Vemos, por ejemplo, con profunda tristeza, la forma en que el Instituto en la capital del estado no puede dar cumplimiento a la demanda de servicios de oftalmología, subrogando una serie de cosas a clínicas de la localidad que hacen su agosto, pero que no es un procedimiento que sea tan claro, menos, cuando han sacado de su catálogo de servicios uno fundamental que ha orillado a miles a vivir sin poder recuperar la visión, y con expectativas “cero” para otros tantos.
No entendemos, sinceramente, por qué el IMSS sacó de su catálogo de servicios tan importante actividad que implica inyectar el ojo para que el paciente no pierda la visión.
Anteriormente se hacía con un fármaco llamado Avastín, y hoy en día, por disposición sanitaria, se ha prohibido su uso y se ha regulado con otro fármaco, pero la noticia es que ya no se subroga, y no es nada económico el tratamiento que implica varias inyecciones, con costos sobre los 3 o 4 mil pesos cada una.
El fármaco que se requiere se llama Aflibercept, y no se utiliza por la razón antes mencionada. Suponemos que los que dirigen el IMSS han de tener mu buena visión para pensar en los miles que tenemos pocas expectativas para ver bien, y que una de ellas es el tratamiento que hoy el gobierno de México, a través del Instituto Mexicano del Seguro Social nos niega cotidianamente.
Es triste, muy triste entender la realidad que vivimos en clínicas y hospitales. No dudamos que se hace un gran esfuerzo, pero créame, la falta de una adecuada visión cambia la vida de cualquiera y no pone en situación totalmente desventajosa ante cualquier circunstancia de la vida.
Si el columnista hubiera podido ver al presidente López, hubiera dicho que por favor, por derecho de conciencia y por sentido común haga algo porque los miles que requerimos estos tratamientos podamos tener acceso a ello, al menos, para tener la esperanza de volver a ver un poco lo que nos rodea, y no tener que pasar nuestros últimos días en un cuarto, encerrados sin saber si hay luz de dìa o no.
Bien que se hacen cosas muy interesantes y positivas y se avanza, lo aplaudimos, pero hacemos énfasis en esta carencia de tratamientos en el IMSS porque entendemos que la visión puede ser quizá el principal de los sentidos, o al menos, así lopercibimos muchos.
No podemos estar expuestos a un contrato de subrogación, necesitamos que por derecho humano básico nos atiendan. Es un grito, un reclamo, una demanda de cientos de miles de mexicanos que estamos por perder la visión ante la falta de tratamiento. Ojalá algjien escuche la petición y la haga suya también.
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