Es sabido que la filosofía se basa principalmente en una eterna búsqueda de comprender el origen de las cosas, de nuestro ser, quiénes somos y hacia donde nos dirigimos, se trata de un saber universal donde sus respuestas no tienen límites de espacio geográfico o tiempo histórico, bien decía Aristóteles (384-322 a. C.) “Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de conocer”. Filosofar es ahora más que nunca una necesidad, nos permite, en ocasiones hacer una breve pausa, reflexionar, para luego continuar con nuestro camino.

Lo cierto es, que existe una predisposición en las personas, por no dedicar un poco de tiempo al estudio y comprensión del pensamiento filosófico por considerarlo tedioso y hasta fuera de época. Por ello, en el presente articulo expreso mi análisis de Rene Descartes (1596-1650) un destacado filosofo que marcó una clara división entre dos periodos y dio inicio a una gran diversidad de formas de pensar.

El gran filósofo del siglo XVII René Descartes estableció un sistema filosófico caracterizado por un orden lógico, similar al matemático, pues con ello pretendía demostrar que el pensamiento debería estar garantizado por una sólida y ordenada estructura racional.

La historia identifica a René Descartes, como uno de los filósofos que componen la primera piedra divisoria, entre el pensamiento antiguo y medieval, por ello suele llamarse “El Padre de la Filosofía Moderna”. Descartes nació en la Haye, Francia, estudió Humanidades, Ciencias y Filosofía escolástica, en el Colegio “La Fleche”, de tendencia Jesuita. Mas tarde, dedicó gran parte de su vida a viajar y escribir. Es el autor de grandes obras filosóficas, es así como nace su prestigio; y, es precisamente en uno de sus libros que lanza su búsqueda de lo que sería la composición de su pensamiento: “Si dudo (reflexiona así en la cuarta parte del Discurso del Método) es que pienso, y si pienso es que existo” de modo que llega al inicio de su primer principio fundamental: “Pienso, luego existo” (Cogito, ergo sum).

Según Descartes, existen dos sustancias separadas, “lo espiritual y lo material”, ambas completamente opuestas; sin embargo, indispensables en el plano existencial. El alma, es la sustancia pensante, “res cogitans” aquella donde se gestan una gran diversidad de ideas que adquieren su forma mediante la razón. El cuerpo, la sustancia extensa “res extensa” es la materia o todo lo que nos rodea en el mundo físico.

El pensamiento filosófico de Descartes podría parecer idealista; sin embargo, sus conclusiones filosóficas son totalmente realistas; por eso se consideró un filósofo de pensamiento racionalista, pues destaca la conexión entre la existencia del individuo y su capacidad de pensar, es decir, la realidad se basa en la existencia del ser y sus ideas, pues concede a la razón el puesto clave en la elaboración de la filosofía, esto es “aquellas ideas llamadas innatas que surgen sin tener contacto con la realidad”, que bien podría compararse con nuestra conciencia. También refiere a las “ideas adventicias” que proceden del exterior y por último aquellas que llamó “ideas ficticias” que son las elaboradas mentalmente, a partir de las otras dos.

En una palabra, considero profundamente fascinante el pensamiento de Descartes; si bien, como mencioné al principio es la parte divisoria entre dos etapas que dejaron huella en nuestra sociedad; lo fue también su emblema “Pienso, luego existo”, que extendió su pensamiento en varias corrientes filosóficas notablemente marcadas por nuevas formas de entender el sistema filosófico. De lo anterior, cómo deberíamos entender la filosofía de Descartes, referente al dualismo mente-cuerpo, ambos conceptos íntimamente unidos, pero al mismo tiempo opuestos, y que además son imprescindibles en nuestra realidad.

El mundo está pasando por una de las peores crisis existenciales, las causas, son diversas, sin embargo, el problema de fondo es que nuestra evolución mental la hemos enfocado a fines triviales; y, hemos descuidado por completo la sustancia pensante. Descuidamos la manera de dirigir nuestras ideas, o tal vez las conducimos hacia nuevas formas de proyectar nuestro interior, que evidentemente no esta obteniendo buenos resultados. Debemos encontrar el punto de equilibrio entre la sustancia pensante y la sustancia física, que bien podría ser comenzar a Filosofar pues tal como decía Epicuro (341-270 a.C.) “Que nadie mientras sea joven, se muestre remiso en filosofar, ni, al llegar a viejo, de filosofar se canse. Porque, para alcanzar la salud del alma nunca se es ni demasiado viejo ni demasiado joven”.