Se llama en la política mexicana, trasfusión de poder y es una práctica histórica de los viejos priístas.
Viejos priístas como ciertamente lo son –sin remedio– Andrés Manuel López Obrador y Esteban Moctezuma Barragán. El primero no tengo qué presentarlo; el segundo es el Secretario de Educación Pública.
¿Cuál es esa práctica?
Hay varias maneras de someter a un individuo rebelde, a un grupo discordante, a un gobierno desobediente y desde luego, a una institución “respondona”, pero una de las preferidas en el quehacer público nacional es el hacer que ese alguien o ese algo, dependa para sobrevivir de un control superior. En otras palabras, que no pueda subsistir o no pueda avanzar si no recibe ayuda más allá de lo establecido.
Eso, es lo que acaba de suceder con la Universidad Nacional Autónoma de México y con el Instituto Politécnico Nacional.
Ambas escuelas superiores han sido, cierto, motivo de orgullo para la academia mexicana, pero también un dolor de cabeza para el gobierno por la independencia de sus respectivas autoridades, que han creado parcelas de poder manejadas como una especie de gobierno dentro de otro; en especial la UNAM.
¿Cómo dominarlas?
Por la vía más sencilla: por el dinero.
No soy un experto analista ni mucho menos, pero sí un testigo –a veces en forma involuntaria– de la metodología política durante varias décadas. Y estos casos son réplicas del pasado, pero con colores partidistas diferentes.
Queda claro que las reducciones presupuestales a la UNAM y al IPN, combinadas con el incremento al gasto de la SEP, es el mismo viejo mecanismo de control utilizado por los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional para poner de rodillas a quienes sienten que pueden soltarse de la mano y caminar solos.
Para universitarios y politécnicos les resultará muy difícil sacar adelante sus programas y proyectos con miles de millones de pesos menos en sus bolsillos. Es un destino manifiesto: tendrán que acudir ante Moctezuma Barragán a pedir recursos y éste ciertamente se los dará, pero condicionados a la sumisión plena de lo que dicte el Presidente.
Más claro: Tanto la UNAM como el Poli comerán de la mano de AMLO. O no comerán lo suficiente. Así de sencillo.
¿Es inmoral?… ¿No es ético?…¿Es un retroceso a la autonomía académica?
Sí, la respuesta es afirmativa a esos cuestionamientos, pero nadie ha dicho nunca –menos en México– que la política sea un modelo de limpieza.
Y mucho menos son un ejemplo de ese valor, los que acaban de tomar el poder, reflejados en una ya antigua frase popular:
Es la misma gata, nomás que revolcada…
CAMINOS DE AYER Y HOY
Mencionaba unos días atrás el Delegado del Presidente López Obrador en Tamaulipas, José Ramón Gómez Leal, que había que reconocer que las carreteras del Estado son más seguras hoy. Y como lo cortés no quita lo valiente, admitió que era un logro del gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca.
En lo personal, coincido con lo que señala JR, porque es imposible no ver –doy fe de eso– en las vías estatales a la Policía de Auxilio Carretero y a los llamados “Angeles Azules”.
Sin demérito de esa realidad estatal, también me gustaría que dentro de todo lo malo que se le achaca al ex Presidente Enrique Peña Nieto, en estricto apego a la justicia se reconociera que ese rescate de las vías de comunicación se logró en gran parte durante el sexenio del mismo.
Por favor, que nadie me diga que no cambió para bien la seguridad en los caminos, de cuando sufrimos aquellos viajes del terror con Felipe Calderón, a la semi tranquilidad alcanzada con Peña, con todo y lo malo que aún subsiste en esos terrenos. Disculpen, es mi percepción…
Tweeter; @LABERINTOS_HOY