Recibí de un buen amigo y excelente periodista, un divertido video sobre un juego de futbol en el cual la moraleja o recomendación es que no se debe cantar victoria antes de tiempo.
Expongo lo anterior en este espacio, porque la lección que se desprende de ese mensaje es singularmente aplicable a la política y en este caso específico, a la electoral.
Con una breve recapitulación, trataré de explicar esta percepción personal.
El arribo de Sergio Guajardo Maldonado a la dirigencia del PRI tamaulipeco, fue etiquetado desde que resultó triunfador en el Consejo de Delegados, como una imposición del ex gobernador Egidio Torre, al hacerse evidente una manipulación para reemplazar o someter a más de la mitad de ellos.
Ese resultado abrió espacios para que la rumorología de pasillos palaciegos y cafeterías diera por sentado que el ex mandatario sería la “mano negra” que movería los hilos de muchas de las candidaturas que surgirán para el proceso electoral del año entrante. Tanto permeó esa óptica que, dicen, Egidio empezó a ver esa posición como una carta de negociación con el actual gobierno estatal.
Pero el aparente y apresurado gozo egidista se fue al pozo. Por lo menos es lo que se hace evidente con las acciones de su efímero delfín.
Guajardo y quien en realidad lo apuntala, empezó tras formalizarse su cargo una “limpia” de los mismos consejeros que lo llevaron al poder tricolor. Más de la mitad de quienes impulsados por Torre Cantú votaron por él a través de acuerdos monetarios, promesas de obras y ofertas de “fiats” notariales entre otros argumentos irresistibles, han ido -obligados– dejando su lugar porque de acuerdo a lo manifestado por el propio Presidente del CDE priísta, no asistían a las convocatorias.
Para quienes le entienden a estos trastupijes, queda claro el objetivo real de esa purga: eliminar cualquier intentona de intromisión de fuerzas locales del pasado en la definición de las candidaturas mencionadas en el 2018.
En palabras textuales de Guajardo, los nuevos consejeros llegan, precisó, “sin el sello de ex gobernadores”.
Con el cavacismo olvidado, con el tomasismo extinto, con el geñismo en circunstancias más que complicadas, el mensaje es directo a Egidio Torre: “Manos fuera”.
De ser cierta esta versión, no debe asombrar esto –ni mucho menos espantar– al ex gobernador. Lo que se cosecha se siembra y en este caso, quien traiciona termina por ser traicionado…
¿OPTIMISMO?
Admiro el optimismo en cualquier persona. Es un atributo muy valioso en momentos de crisis, hasta que se convierte en ingenuidad. O peor aún, en muestra de desconocimiento.
Parece ser éste el caso de la Secretaria del Trabajo en Tamaulipas, María Estela Chavira, quien acaba de soltar una declaración que además de imprudente revela falta de sensibilidad, en la cual la funcionaria sostuvo que pese a la violencia en Reynosa ningún negocio ha cerrado sus puertas o piensa en hacerlo.
Tal vez la Secretaria no se ha percatado que es tanta la desesperación de los empresarios de esa ciudad, que ya se gesta un movimiento en ese sector para convocar a no pagar impuestos, municipales, estatales y federales, hasta que no se devuelva la tranquilidad a los reynosenses. Baste ese dato para medir el tamaño del drama.
Sin duda le serviría mucho a la sociedad de esa frontera que una servidora pública del rango de la señorita Chavira muestre que es capaz de ver el color rosa hasta en el negro más intenso, pero una pizca de realidad no le vendría nada mal…
RECONOCIMIENTO
Me alegra inmensamente que mi terruño, Río Bravo, sea objeto de atención del Ejército para devolverle el orden público. A eso añado un reconocimiento al diputado Edgardo Melhem y al alcalde Juan Diego Guajardo por fajarse los pantalones y exigir, en tribunas y oficios, el apoyo estatal y federal en ese trance.
Bien por ambos…
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