El dieciséis de julio de mil novecientos ochenta, inicié mis actividades como servidor público al servicio de Estado; mi empleador en ese tiempo tenía la denominación de Servicios Coordinados de Salud Pública de Tamaulipas; la capacitación para la introducción al puesto, fue en la ciudad y puerto de Tampico, como responsable de una unidad médica de primer nivel de atención en el Programa de Centros Comunitarios en Áreas Marginadas Urbanas. Las unidades se distribuirían en número de cuatro, en los municipios de Victoria, Mante, Tampico, Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo. Mi lugar de adscripción originalmente era en Cd. Victoria, pero Dios tenía destinado para mí un sitio donde me necesitaban más y fui a parar a Cd. Mante, donde mi espíritu salubrista creció enormemente y creo realicé una buena labor, pues iba por seis meses y me quedé seis años, me solidaricé con la población marginada, al grado de hacer míos su problemas de salud, no niego que ir y venir de lunes a viernes, de Victoria a Mante y viceversa, no fuera pesado, pero igual de pesado era para los maestros y otros profesionistas, que en ese tiempo se desplazaban a diversos sitios y se iban bajando en el trayecto. Todos los que viajábamos en ese autobús, que salía a las 5 de la mañana, teníamos que estar a las 4:30 h en la terminal de autobuses para asegurar nuestro boleto; llegamos a familiarizarnos y con ello vernos como amigos, ayudándonos cuando era necesario. Recuerdo que regresaba a Victoria para llegar a las 5 de la tarde, me dirigía a casa, comía rápidamente y acudía a mi consultorio particular, situado en el 10 Matamoros (esquina) pues la consulta iniciaba a las 6 pm y terminaba a las 10 de la noche, regresaba a casa a cenar a las 10:30, platicar con mi esposa, preparar el lonche para el siguiente día, dormir a las 12:00 pm. y repetir el procedimiento para estar a las 4:30 am en la terminal. Se antoja cansado pero a mi edad fue sólo un reto de resistencia. Lo único que lamentaba era estar tan poco tiempo con mis hijos y mi esposa. Después cuando Dios consideró que había terminado mi labor en Mante, regresé a Cd. Victoria, donde la mayor parte del tiempo he consultado en el Centro de Salud Urbano Lomas del Santuario.

Se cumplieron ya cuatro décadas desde que iniciara mi práctica profesional y siempre me ha quedado muy claro, que soy un servidor público que se debe al pueblo para coadyuvar al cuidado de su salud integral, con o sin recursos, teniendo como mejor herramienta de servicio la vocación, privilegiando la medicina preventiva, la promoción y educación para la salud.

Doy gracias a todos los pacientes que han confiado en mi capacidad profesional, pero sobre todo, que me han dispensado la consideración de su amistad, que con el tiempo, me han estimado, como parte de su familia.

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