Es común la idea de que el Renacimiento fue un proceso fundamentalmente italiano, ocurrido durante los siglos XV y XVI. Si se dan cuenta, y me han seguido hasta aquí, parecería que todas las bondades y progresos de la historia han provenido de todos lados (Inglaterra, Francia, Alemania, Italia), menos del mundo hispanohablante, lo que es pura propaganda en realidad, inspirada sobre todo por los ingleses y que algunos historiadores han bautizado como Leyenda negra anti-española, de la que ya habrá ocasión de escribir.
En todo caso, como señala David Brading en su libro “Orbe Indiano”, hay por lo menos dos “renacimientos” que ocurrieron no en Italia, sino en el orbe hispánico y el orbe indiano-americano. El primero fue lo que podríamos denominar Renacimiento toledano, que fue cuando, mucho antes que el italiano y en el contexto de la reconquista española frente al Islam, se instalara en Toledo, entre los siglos XI y XII, la famosa Escuela de Traductores de Toledo para traducir al latín la obra entera de Aristóteles, que durante siglos estuvo a resguardo de los árabes. En esos siglos, Toledo fue el centro intelectual del mundo, y se estableció una relación lingüística entre el castellano, el árabe y el latín.
El otro fue lo que podemos llamar Renacimiento novohispano, que fue cuando los franciscanos organizan en el siglo XVI (en 1536) la Escuela de Traductores de Tlatelolco en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, para preparar a los nativos de entonces en la carrera del sacerdocio. Este Colegio es considerado la primera escuela de intérpretes y traductores del Nuevo Mundo, y ahí se estableció una relación lingüística entre el castellano, el náhuatl y el latín. Cabe hacer mención que uno de los libros más antiguos en el continente americano es precisamente “Grammatica Antonii Nebrissensis” de 1572, que obra en el Acervo Histórico de la Cámara de Diputados.
La de los franciscanos es una de las principales órdenes religiosas que llegan a América en el XVI, y fue la primera en llegar a Tenochtitlán con Cortés en 1524, y su referente filosófico fundamental fue Duns Escoto. La siguiente fue la de los dominicos, que llegaron en 1526. Su referente es una de las columnas de la escolástica: Santo Tomás de Aquino. Luego de ellos vinieron los agustinos, en 1533, seguidores de San Agustín, y no fue sino hasta cuarenta años después cuando llegara a estas tierras la Compañía de Jesús, en 1572: los jesuitas. La modernidad filosófica en México, que se afirmaría luego con el positivismo de Gabino Barreda, por ejemplo, es impensable sin la pavimentación previa de la filosofía escolástica que todas estas órdenes realizarían durante todo el virreinato.
La orden de los Jesuitas fue fundada en 1534 por Ignacio de Loyola, y hoy en día es la orden religiosa más importante del catolicismo con un aproximado de 15 mil miembros, de los cuales 11 mil son sacerdotes ordenados, sin dejar de mencionar el hecho de que el Papa Francisco pertenece a esa congregación, lo que supone la existencia de una fuerza considerable al interior de la Iglesia Católica.
Es una de las congregaciones que más peso tuvieron en la organización de la educación virreinal y americana, que prácticamente moldearon a su gusto, y su influencia intelectual se puede apreciar en todas las áreas del conocimiento científico y filosófico. Su teoría del liderazgo, basada en los cuatro pilares fundamentales de la autoconciencia, el ingenio, el amor y el heroísmo han sido seguidos por multitudes, y silenciosamente están presentes en un buen número de movimientos políticos de tipo revolucionario que, después del Concilio Vaticano II, replantearon la responsabilidad social de la Iglesia, ante lo cual vale la pena recordar que dos de nuestros padres fundadores, el cura Hidalgo y el cura José María Morelos y Pavón, estuvieron formados con los jesuitas.
En definitiva: estoy convencida de que la fuerza, unidad e identidad de los mexicanos está dada en función de su capacidad para encontrar las mejores tradiciones en las qué reconocerse. Con el paso de los años, y a través del estudio de la historia y la filosofía, me he dado cuenta del enorme peso que tanto el período virreinal como órdenes religiosas tan importantes como la de los jesuitas siguen teniendo entre nosotros.

* Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.