El día de ayer, martes 13 de febrero, se cumplió un año más de la muerte de mi abuelo, Juan Báez Guerra (1906—1977),líder agrario y referencia fundamental del movimiento agrarista en Tamaulipas y a nivel nacional que surgiera a instancias de Úrsulo Galván, habiéndose convertido mi abuelo, con el paso de los años y las décadas, en una figura entrañable y querida por el pueblo y la sociedad tamaulipeca en general, y como modelo a seguir desde la perspectiva de mi familia tal como he contado aquí con detalle en otros momentos.
A 51 años de su partida, sirvan también estas líneas como homenaje a un político fundamental en la reforma agraria de nuestro país y quien tuviera enorme influencia en la actividad política de mi abuelo: Alfredo V. Bonfil Pinto(1936-1973). Su padre, el Profesor Ramón G. Bonfil, maestro rural y miembro fundador de la Confederación Mexicana de Maestros (antecedente del SNTE), fue amigo y compañero de batallas de mi abuelo.
La lucha de mi abuelo y del Profesor Bonfil, que habría de inspirar a su hijo Alfredo, fue la de lograr que los campesinos obtuvieran tierras de cultivo que por derecho propio les correspondían pero que, por el abuso de unos cuantos privilegiados, les habían sido negados el uso y usufructo. Mi abuelo, apoyado por el Profesor Bonfil, entre otros líderes agrarios, acabaría con los símbolos del latifundismo en Tamaulipas, al participar en los últimos grandes repartos de tierras en el norte de la entidad: Rancho El Canelo, ubicado en San Fernando, entonces propiedad de Miguel Alemán y Carlos I. Serrano; Rancho El Tejón que pasó a ser el ejido Francisco Villa, que con sus más de 20 mil hectáreas asignadas se convirtió en el ejido más grande del país, repartido entre casi 700 ejidatarios y Ganadera San Lorenzo, de más de 10 mil hectáreas y también ubicada en San Fernando. Como ya he mencionado en otras ocasiones, gracias a este reparto, Tamaulipas se convirtió en el principal productor de sorgo del país con un millón de toneladas de producción anual.
Tal era la cercanía y el cariño del Profesor Bonfil por mi abuelo que, para su hijo Alfredo siempre fue un referente de la lucha agraria, causa que desde luego habría de enarbolar.A pesar de haber estudiado en la Facultad de Derecho de la UNAM, su experiencia universitaria y citadina no lo apartó de los campesinos, al contrario, con ellos creció y continuó apoyándolos hasta sus últimos días.
Precisamente sus estudios, su presencia en la ciudad de México, y sobre todo su inteligencia y liderazgo, habrían de brindarle la oportunidad para trabajar, a inicios de la década de los años sesenta, en el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, en aquel entonces a cargo del hoy Diputado Federal, Don Augusto Gómez Villanueva, de quien llegó a ser su gran amigo, colaborador y partícipe en la política de reparto agrario del Presidente Luis Echeverría, en el primer tramo de su gobierno. En 1975, a instancias del Presidente Echeverría, dicho Departamento se elevó a rango de Secretaría de la Reforma Agraria, de la que, desde luego, Don Augusto fue su primer titular.
Hacia finales de los años sesenta, Alfredo Bonfil ya había acumulado una importante experiencia en el sector público, pero también en la Confederación Nacional Campesina (CNC), sin descuidar la actividad académica, pues fue titular de las cátedras de Historia Universal y de Sociología en la Escuela Nacional Preparatoria y en el seminario de la Revolución Mexicana, según el blog “Movimiento Campesino Alfredo V. Bonfil”, que hay que decir que poco se ha escrito sobre este líder agrario, tal vez porque murió muy joven. En 1970 llegó finalmente a ser Secretario General de la CNC y Diputado Federal por Querétaro, su estado natal, trinchera desde donde entraría en conflicto con los dueños del ingenio San Cristóbal, ubicado en Veracruz, dada su enérgica defensa de los derechos de los productores de caña de azúcar.
Un par de años más tarde, Alfredo, quién le profesaba un gran cariño y admiración a mi abuelo por su vehemencia en sus discursos a favor de la causa campesina, lo acercó al Presidente Echeverría, quién después de escuchar su discurso en un acto oficial, el Presidente se despidió de él diciéndole “Nos vemos pronto Diputado”, a manera de aprobación a lo que suponemos fue una propuesta de postulación por parte de Alfredo Bonfil. Mi abuelo sería Diputado Federal, por segunda vez, en la XLIX Legislatura (1973-1976), lo que lamentablemente ya no vería Bonfil, pues su vida fue de grandes éxitos, pero muy corta, falleció a los 37 años. Según reportes oficiales, la avioneta en la que viajaba desde Veracruz a Querétaro estalló en el aire. Al morir Alfredo Bonfil, murió la esperanza de millones de campesinos en México, pues veían en él a un líder en las más altas esferas del poder que trabajaba por la causa agraria.
Con los años y las décadas, Alfredo Bonfil se convirtió en un referente de liderazgo valiente, desde Cancún hasta Tijuana, pueblos, playas, colonias y movimientos campesinos llevan su nombre en reconocimiento a su lucha agraria.
Por su parte, la Secretaría de la Reforma Agraria, una vez “concluido” el reparto y después de casi 40 años de su creación, se transformaría en la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano de la actualidad (SEDATU).
Sin duda, el anhelado reparto agrario brindó la necesaria paz social a nuestro país, sin embargo, aunque ha habido avances, la deuda con las y los campesinos aún no ha quedado saldada. Confío en que políticos y funcionarios públicos, sensibles y bien preparados, continúen trabajandopara cerrar esta férrea brecha, siempre considerando el más alto beneficio de nuestra gran nación.
La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión