En ese pequeño espacio, ubicado entre el cielo y el olvidado canal, he diseñado para meditar y generar inspiración, el jardín de los anhelos; y buscando dentro de mí lo que pudiera necesitar, me dije: es indispensable que tenga una ventana de tamaño normal, que de ser, en su origen, exterior, ahora me haga ver como un extraño que observa el interior del hogar, pues seguro estoy, que muchas cosas nuevas habré de encontrar, porque cuando se es un actor que forma parte de la escena, no se logra captar lo que desde otra perspectiva, ve un espectador, mas, para tener intimidad, me dije, se requiere de una barda de compacto material, que me llegue a aislar, por ende, debe rebasar al menos en un metro mi estatura natural, para no permitirme distracción, con el llano que yace en la soledad, y que otrora, fue un productivo y rico henequenal.

Pensé también en la utilidad de dos faroles clásicos del tipo colonial, esto, para iluminar en mi mente los recuerdos gratos de un ayer espectacular.

Luego, con gran emoción y orgullo nacional, pensé en el derecho que me asiste como ciudadano de pisar firmemente y sin recelo la bendita tierra que me vio nacer, y para dejar el suelo parejo, le di como cubierta una fina loseta elaborada por la clase artesanal.

Como techo, quise el cielo, para que m is ideas puedan con toda libertad, escapar de los criterios que censuran a los pensamientos frescos que promueven las causas justas, porque quien se ha acostumbrado a vivir promoviendo el mal, nunca estará conforme de regresar por el camino del bienestar.