Un gran y enorme revuelo está causando en redes sociales, sociedad en general y opinión pública el presupuesto que deberá autorizarse y ejercerse durante el venidero año de 2019 por la Federación, hoy, en poder de un solo partido y un solo nombre.
De las cifras se pueden hablar muchas cosas, sin embargo, llama la atención el hecho de que las principales universidades del país tengan recortes significativos en sus ingresos, y las universidades públicas resientan estas reducciones.
Por lo general, nuestros rectores iban, buscaban, gestionaban y lograban un “pico” más de lo establecido y lo aplicaban, casi siempre en sus proyectos de investigación, en infraestructura o en apoyo a los muchos investigadores que requieren dinero para poder producir, para descubrir o desarrollar cualquier proyecto de cualquiera de las disciplinas conocidas.
No tenemos una versión exacta de parte de la rectoría de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, ya que se encuentra nuestra Alma Mater d vacaciones, pero de ser equitativo el bajón, seguramente que la UAT también sufrirá las consecuencias.
Hay voces que claman que deben dejarse los privilegios y ostentaciones de parte de quienes conforman las oficinas principales de las universidades. Coincidimos: los tiempos no son para ostentarse como monarcas, sino para ser servidores públicos, pero de ahí a que quieran bajar los dineros de la investigación y docencia, no consideramos sea una buena medida.
Cada vez es más difícil obtener recursos para viajes de estudio, estancias o congresos por los recortes y escollos en el camino., pero dicen que así viene todo desde México, lo que nos lleva a pensar que somos no una universidad, sino una dependencia más del gobierno.
Suponemos que una buena propuesta sería dejar los presupuestos como están y establecer medidas mucho muy escrupulosas para el control de este, es decir: “Te dimos cien pesos: ¿en qué los gastaste?”, y hacer una minuciosa revisión de los comprobantes de gastos.
Cierto: urge un buen control, y en ese sentido, podemos afirmar que la de nosotros des de las universidades públicas donde los candados para no dilapidar el dinero fueron impuestos hace ya cuatro o cinco años, con el anterior rector Enrique Etienne Pérez Del Río, y que el actual, José Andrés Suárez Fernández ha seguido con esa misma línea: dureza para revisar y ser muy contundente con quien no responda a la confianza depositada.
Dicen muchas cosas, pero hasta en tanto no esté aprobado el presupuesto no podemos aventurarnos a afirmar nada, positivo o no, y dejemos que la congruencia se imponga, y nuestras universidades tengan el recurso que requieren, con la salvedad, -insisto- de que sean revisados muy escrupulosamente.
De esta forma garantiza el Estado un porvenir promisorio para México, apoya a sus jóvenes y no pone en peligro la vida universitaria y la preparación de millones de personas que desean superarse para vivir mejor.
No creemos que con mil millones de pesos construya AMLO cien universidades, y somos de la idea de que mejor hay que reforzar lo que tenemos, adecuarla a las circunstancias, con la idea de que quien manda es la autoridad, y dejar a un lado los sentimentalismos y pensamientos débiles.
México requiere de mejores universidades, no de más inmuebles que, a muy corto plazo serán convertidos en magnos elefantes blancos.
No podemos decir que estamos mal, pero tampoco estamos en la excelencia, y así se comprueba que si revisamos muy bien los fondos ajenos, podemos lograr muchos ahorros significativos.
¡Ah!, y a los que se sorprenda haciendo mal uso de los dineros, que les quiten lo desviado o malversado y la oportunidad de seguir sirviendo.
Y así, entonces, por una raza honrada hablará el espíritu de la solidaridad y la justicia.
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