Como ciudadano me parece preocupante. Como trabajador y como padre de familia, me parece justificado.

Le expongo si me permite, una explicación a lo antes señalado.

Traté de seguir en la medida de mis posibilidades, la mayor parte de los arranques de campaña de la nube de candidatos que hoy por su extenso número en el Estado, podrían oscurecer el cielo tamaulipeco. Lo logré en una veintena de casos, pero lo que aprecié en los mismos me dejó una percepción que se convierte ahora en inquietud.

En Tamaulipas el proceso electoral importa, pero importa poco menos que un cacahuate.

El común denominador de los eventos fue una precaria asistencia de militantes y aún menos de simpatizantes en la generalidad de ellos, desangelados, sin pasión y sin convicción.

Queda claro: están pagando los partidos participantes sus facturas pendientes con la sociedad. De un vistazo por favor a este escenario:

En Morena, la desconfianza en sus candidatos arribistas y trepadores que traicionaron a sus establos originales para colocarse un yugo que no quieren y en donde en justa correspondencia, tampoco les quieren a ellos.

En el PRI, el hartazgo por e incumplimiento de promesas que nos hicieron soñar en un México mejor y murieron casi en el momento de su parto.

En Acción Nacional, la decepción galopante a lo que muchos pensaron al depositar su voto sería un cambio refrescante y en cambio ha sido un pantano en donde muchos se hunden y nadie parece saber el camino hacia terreno seguro.

Del Partido de la Revolución Democrática, lo único que se puede decir es que sigue siendo en Tamaulipas un ejemplo de la famosa frase salinista: Ni se ven, ni se oyen.

En el chiquillaje que juega a ser grande, Movimiento Ciudadano sigue siendo utilizado como moneda de cambio en acuerdos bajo la mesa; Nueva Alianza sigue pagando el costo de su pasado gordillista, El Verde sigue en venta al mejor postor y en Encuentro Social lo última que honran es precisamente a la sociedad, convertido en trampolín político de sus dirigentes. Del Partido de Trabajo mejor ni pensar que existe porque no existe.

Con este panorama en Tamaulipas, ¿Cuál sería la preocupación del ciudadano y cuál la justificación del trabajador y padre de familia?

En respuesta a la primera pregunta, lo que quita el sueño es lo que ya se dibuja para el primero de julio: Detrás del desdén cívico mostrado en los inicios de campañas, asoma la indiferencia del votante y por lo tanto, pese a la alharaca de todos, el abstencionismo. Vaya, ni los aspirantes independientes parecen una buena opción.

La segunda duda, la de la justificación de esa posible ausencia en las urnas, es que quienes piensan así, los trabajadores y los padres de familia, tienen razones de peso. Elección tras elección ha sucedido lo mismo: un desencanto en ocasiones brutal, que en una parodia de una vieja frase popular nos ha llevado, como al gato que se quemó con leche, a soplarle hasta al jocoque.

Ya vimos arranques de campaña casi solos, observamos candidatos sin simpatizantes. Espero que esta tendencia no termine en presenciar urnas semivacías…

 

DELINCUENTES POR “DEFAULT”

En otro tema, en verdad es un insulto el tratamiento que el gobierno de Estados Unidos nos impondrá a los mexicanos y a otros países, para concederles una visa de simple visitante.

Ahora, los gringos espulgarán en usted, paisano, en su manejo de redes sociales, escudriñarán su correo electrónico y en su directorio telefónico, para averiguar si envía o recibe mensajes “peligrosos” o si acepta o promueve un trato de repudio hacia sus gobernantes, en especial de Donald Trump.

En otras palabras, a sus ojos todos somos delincuentes. Hasta que demostremos lo contrario…

 

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