A ver, a ver…
¿Son necesarios los partidos políticos?
¿Son una lacra?
¿Son benéficos?

Las preguntas brotan a raíz de lo que los candidatos independientes y en especial Jaime Rodríguez Calderón, señalaron en el cercano debate de los aspirantes a la Presidencia de la República sobre el supuesto daño que esos organismos, en su visión, causan a la vida nacional en general.

Ciertamente tiene adeptos esa tesis. De hecho hay quienes afirman que los ciudadanos en realidad no elegimos a nuestras autoridades, sino que sólo votamos, porque son los partidos los que en realidad definen las alternativas al ser ellos los que establecen nombres y apellidos. Es democracia sin duda, pero manipulada, sostienen.

No le falta razón a ese argumento, pero en forma paralela me parece que debe también formularse otro cuestionamiento.

¿Qué pasaría si no hubiera partidos?

No le arriendo las ganancias a la vida política de México.

La verdad es que todavía no estamos preparados para tomar decisiones de esa naturaleza sin el concurso de esos institutos. Nuestra evolución cívica a todas luces apenas acaba de dejar los pañales y todos los días dejamos constancia de la incultura social que en ese sentido padecemos.

En el caso de la Presidencia de la República, si no somos capaces de asumir una postura madura frente a cinco candidatos, ya puede imaginar el escenario caótico con 30, 40 o 50 aspirantes emanados de cada Estado, de los municipios o de alguna colonia. Todos obviamente, sin partido.

No significa lo anterior que esos núcleos sociales no sean capaces de generar una figura con los alcances y preparación para buscar ese puesto. Claro que pueden, pero a eso debemos sumar que tendríamos que lidiar con otros 5 mil o 10 mil paisanos que quisieran ser diputados locales y federales, senadores, alcaldes y hasta regidores, sólo por el hecho de que al no haber partidos que los postulen, todo mexicano o mexicana puede subirse al atractivo carro de las candidaturas.

Ya los escucho: “Ingue a sú, yo también…”

Escribo, lo admito, con desconocimiento del fondo legal, pero en el terreno social –y eso sería aterrador– lo más probable es que en nuestra incapacidad crónica de ponernos de acuerdo, en un momento dado habría tantos candidatos como número de ciudadanos mexicanos existimos. La bíblica Torre de Babel sería un jardín de niños frente a un manicomio de este tamaño, donde todos hablaríamos lenguajes diferentes.

Con la incivilidad que mostramos día tras día en el terreno electoral y que nos caracteriza desde hace muchos años, el balance de esas circunstancias sólo podría calificarlo de una manera cruda, pero real:

Sería un verdadero desmadre…

¿UNA TESIS EQUIVOCADA?
Un planteamiento de Andrés Manuel López Obrador me llamó la atención en el debate del domingo.

Se refirió el dueño de MORENA a que los bajos salarios, la pobreza y la falta de oportunidades son los factores que en gran medida provocan la violencia en nuestra patria. Se oye bien y cala aún mejor en el ánimo popular.

Pero tengo una duda, que reflejo en un caso específico:

¿Por qué sufre el próspero Estados Unidos una violencia brutal, de matanzas en escuelas, supermercados y centros de trabajo?… ¿Por qué padece una delincuencia tan salvaje y extendida como la que vivimos en México?

Ciertamente no es por los bajos salarios ni por la falta de oportunidades.

Me parece don Andrés, que debe reconsiderar su tesis…

Twitter: @LABERINTOS HOY