Ahora que Victoria está a unos pasos de iniciar la remodelación de la avenida Francisco I. Madero, mucho más conocida por su nombre ícono, “El 17”, deberíamos recordar que la ciudad no es sólo esa calle.

Deberíamos girar la vista, en la percepción de su servidor, a otros puntos de la capital tamaulipeca. Y hoy si me permite citaré sólo uno:

El Eje vial.

Diseñado y construido en el trienio del entonces alcalde Eugenio Hernández Flores, esa avenida es una de las más transitadas de la localidad, pero también una de las más abandonadas.

Da lástima su aspecto. Su “camellón” es una zona pantanosa en algunos lugares y un paisaje lunar en otras, No tiene retornos específicos y cambiar de sentido de circulación es una aventura peligrosa. Sus entronques con otras vialidades son trampas desesperantes porque no existe señalamiento alguno, además de ser sede de taponamientos vehiculares en donde impera la ley del más osado para cruzarlos o la muy mexicana frase de “me vale madre”.

Por si lo anterior fuera poco para algunos, transitar por ese eje en días de lluvia intensa es una apuesta a la buena o mala suerte, por las inundaciones que dejan varados a docenas de vehículos con peligro inclusive de las vidas de sus pasajeros, por las torrenciales corrientes que se forman.

Con todos los males que arrastra, su importancia en la vialidad victorense es inobjetable, pero curiosamente parece que eso es lo que menos le interesa a las sucesivas autoridades municipales y estatales transcurridas desde la alcaldía de Eugenio. Para decirlo en lenguaje llano, nadie “ha pelado” al Eje Vial.

Qué bueno que modernicen al “17”. No sólo apoyo esa acción sino que la aplaudo convencido de sus beneficios, pero ojalá que un día alguien, de algún gobierno, volteara a ver al Eje Vial y se acuerde que también lo necesitamos…

LAS TRIPLES MORALES

Curiosos vecinos son los gringos.

Con seguridad en las semanas cercanas usted ha escuchado, leído o tal vez observado algo sobre el escándalo que envuelve al actor norteamericano Kevin Spacey, a quien acusan de haber abusado sexualmente de un muchacho, años atrás. Bastante atrás.

Al tipo virtualmente lo han quemado en leña verde. Ha caído sobre de él tal vendaval de denuestos, insultos y manifestaciones de rechazo social que a muchos estadounidenses hasta se les olvida por momentos que su villano favorito es Donald Trump. Vaya, hasta el trabajo perdió Spacey.

No sé si en verdad merece lo que le sucede porque sólo conozco lo que manejan los medios de comunicación, pero lo que sí me queda claro es la doble y hasta triple moral de los norteamericanos. Dan ganas de vomitar.

Intentan aniquilar a alguien –como es el caso del actor– por su comportamiento sexual, de manera parecida a lo sucedido con el ex presidente Bill Clinton por su aventura con la becaria de la boinita, Mónica Lewinsky, pero les importa un pepino que su gobierno permita el asesinato de millones de personas –sin exagerar– dentro y fuera de su país, mediante su tolerancia a la venta de armas de fuego que lo hace el más grande traficante del mundo en ese terreno.

Tampoco les quita el sueño que sus líderes gubernamentales sean los mayores impulsores a trasmano del consumo de narcóticos en Estados Unidos, pero obligan a otros países a ser los que paguen los platos rotos con cientos de mlles de muertos por “guerras” contra las drogas, como la que creó y nos heredó el nefasto sexenio de Felipe Calderón.

En fin, si es culpable Spacey que pague por su delito, pero al margen de esa situación específica, esos gringuitos deberían dejar de tratar de lavarse la cara con ese caso, porque si no se han dado cuenta lo están haciendo parados en un chiquero.

Y que me disculpen los cerditos…

Twitter: @LABERINTOS HOY