“La justicia puede adormecerse un poco, pero al final ve claro…”

Thomas Middleton

 

Desde la noche de los tiempos, el puesto ha sido una especie de rifa del tigre en la función pública.

Me refiero a la que antes fue Procuraduría General de Justicia, rebautizada ahora como Fiscalía General. No importa si sus alcances son estatales o federales, su trabajo ha estado, está y estará bajo el escrutinio más feroz. Pocos sobreviven felizmente en su imagen tras cumplir esa encomienda.

La recién renovada en su mando Fiscalía del Estado, es el ejemplo más cercano que tenemos los tamaulipecos sobre ese tema.

En el tráfago de comentarios sobre la designación de Jesús Govea Orozco como titular de esa área en la entidad ha habido, como en la Viña del Señor, de todo. Y entre sus secuelas, no podía faltar la manipulación de información. La práctica es inherente a esa actividad.

Frente a eso, Jesús Govea tiene una ventaja: Los resultados obtenidos como Fiscal Anticorrupción, doblemente notables, ya que a su llegada no sólo esa área dio un giro descomunal al dejar atrás la casi criminal apatía de su antecesor, sino también logró una cifra no registrada hasta ahora en ese terreno: 29 ex servidores públicos vinculados a proceso.

Sería ocioso recapitular sobre la cauda de infundios vertida para tratar de deslegitimar al nuevo mando de la FGJ, los cuales han sido ya rebatidos públicamente y con sustento jurídico -sin caer en demandas que a nada conducen- por el propio interesado. Lo interesante y lo importante es el motivo de esos ataques.

Sí, ese es el quid en este escenario.

Imagino la zozobra reflejada en una pregunta, de quienes impulsan los señalamientos: Si como Fiscal Anticorrupción logró someter en forma justificada a proceso a decenas de ex servidores “cabecistas”, ¿A cuántos llevará Jesús Govea ante tribunales con las facultades de Fiscal General de Justicia?

Sí, algunos con seguridad no pueden dormir tranquilos…

 

X: @LABERINTOS_HOY