No cabe duda que la política es rara, atípica, curiosa y hasta cierto punto, chistosa, aunque este último calificativo podría no encajar dada la seriedad con que se debería tomar, porque de ahí depende el progreso de una nación.
Hace poco criticaban a AMLO muchos por haber viajado en una avioneta alquilada, diciendo que era un farsante -eso es aparte- y que gastaba de más en traslados.
La defensa del de Tabasco no se no se hizo esperar, y más que de él, de sus más rabiosos y fervientes fanáticos que, como los miembros de una secta satánica o una de esas que vemos en redes sociales que condenan hasta el aire “malsano” que respiramos, condenador a quienes no vimos con buen ojo el alquiler de la misma.
Sin embargo, este domingo la señora Margarita Zavala de Calderón ha hecho uso de un jet -con toda la mano- privado, para llegar al puerto de Tampico, y eso que no tiene recursos oficiales, porque dice que los ha devuelto.
El caso es que nadie sabe de donde saca dinero la señora para pagar estos costos de la logística, porque oficialmente no recibe dinero, pero no es criticada como el señor de Tabasco que, igual que otros, comete arbitrariedades y malgasta el dinero de todos.
Y nos podemos ir, uno a uno, con los cinco contendientes a la presidencia, los que juegan por senadurías y los que van por las diputaciones federales; en algunos casos, hasta los que aspiran a una alcaldía o gubernatura local, y los diputados de cada entidad federativa.
Todo lo anterior pone de manifiesto la urgencia para que necesariamente se haga una adecuación a la ley electoral y se garantice que el dinero que se gasta sea justo y provenga de sitios seguros y no relacionados con actividades dudosas.
Pero no es justo, tampoco, que provenga todo del erario público, menos, en esas insultantes cantidades que se manejan hoy en día y que se autorizan entre sí, como buenos cómplices de una banda, los que ocupan San Lázaro en calidad -ajena- de diputados.
En la víspera de la elección, cuando falta menos de dos meses para que usted y nosotros vayamos a elegir a quien consideremos merece nuestra confianza, siguen abundando las descalificaciones y la guerra de encuestas que la verdad sea dicha, ya marean.
Es inconcebible que usted tenga una encuesta donde su “gallo” va ganando por 15 o 20 puntos porcentuales, y al día siguiente vaya perdiendo por 20 o 30 puntos. Esto denota que las encuestas tienen destinatario previo y resultado previo, de acuerdo al origen del cheque, o eso es lo que pensamos la mayoría de los ciudadanos, que no tenemos obligación de creer en la honorabilidad de NINGUNA casa encuestadora.
Además, ¿Qué tan válido es ese resultado? En comparación con lo que llamamos “la gran encuesta” del 1 de julio, pensamos que no tiene validez alguna.
En la entidad mucha gente se manifiesta por un color determinado por miedo a ser objeto de represalias, las ya conocidas de todos los tiempos en todas las entidades y todos los niveles.
A la hora de salir a votar: ¡tómala! Y vamos con otro u otra para el cargo y la confianza.
Y eso, quien lo niegue, es que, o no ha vivido o quiere seguir engañándose.
Hemos de ser justos y hacer análisis congruente, sin apasionamientos, y no culpar a un gobierno ineficiente hasta la médula de todos los males de una nación que ha sobrevivido gracias a políticas públicas instrumentadas con éxito. Su problema es que se han manchado de corrupción de sus ejecutantes.
Pero no podemos decir que todo es malo. Habrá que dejar los apasionamientos, y si criticamos, que sea también, parejo, con justicia y conocimiento de todo el entorno. No nos llevemos por fanáticos pensamientos, por favor, que a nada conducen.
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