Difícilmente podremos asimilar y adoptar los cambios necesarios para incorporarnos a la sociedad como hombres y mujeres nuevos, esto, una vez que las autoridades sanitarias den el visto bueno para que toda la población regrese a sus actividades acostumbradas; aseguro que será difícil, porque muchos de nosotros no habremos aprendido lo suficiente de esta amarga experiencia, porque a pesar de que el temor a contagiarse o enfermar de COVID-19, frenó a la mayoría, y nos quedamos en casa, los mexicanos siempre hemos sido muy confiados, nos basta con ver que algunos conciudadanos reacios a aceptar que la pandemia es un hecho real y continúan su vida en forma normal, para imitar su conducta, y de esa manera quedarán expuestos a un muy probable contagio, y de ahí lo que sigue.

En estos momentos, algunas personas que han seguido al pie de la letra las recomendaciones de las autoridades sanitarias, debido a la larga cuarentena, muestran signos de desesperación y empiezan a buscar la forma de romper con las reglas establecidas; y aunque no abandonan por completo los protocolos de autocuidado, empiezan a relajar las normas, para poder mantener a raya los aspectos de ansiedad y depresión que ya son muy evidentes.

No esperemos cambiar mucho después de pasado el alto riesgo que condiciona la pandemia, si acaso, el mayor de los cambios se podrá observar, en el hecho de que se apreciará más la convivencia familiar, se harán más fuertes los vínculos de amistad, se revalorará el ser útil a los demás; se procurará mejorar las relaciones interpersonales a nivel laboral, y sin duda, se tendrá más cuidado en seleccionar a las personas que aspiraren a ocupar un cargo público o de representación popular. Ha sido tan basta la experiencia en cuestiones de manipulación durante las campañas electorales, así como la conveniencia de intereses entre líderes y candidatos y el desvío de los recursos públicos, que se tendrá mayor cuidado en el manejo de los bienes del pueblo, pues debido a la contingencia epidemiológica, quedó más que evidente la gran vulnerabilidad de nuestra economía.

Por la salud de todos, que debe de ser una prioridad de cada familia y la mayor prioridad de nuestros gobernantes, busquemos soluciones atendiendo la plena conciencia, necesitamos de la unidad, teniendo como bandera no una determinada ideología, sí en una realidad que está sujeta al trabajo de cada uno de los hijos de nuestra amada patria, privilegiando los valores de honestidad, justicia y equidad, sin descalificaciones para aquellos que con un gran esfuerzo han logrado salir adelante, con respeto a la dignidad y demás derechos humanos.

El hombre y la mujer renovados, nos exigen mayor consciencia para formar una familia, para educar, para velar por la salud, para dejar de envidiar a los demás, para arrancar el odio y el egoísmo de nuestros corazones, para alcanzar el verdadero bienestar al que todos aspiramos.

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