Más de dos décadas atrás, un empresario de Matamoros confió entre amigos en una mesa de café de esa ciudad, una experiencia que se convirtió en anécdota. Si me permite la expongo en este espacio.

Relataba el comerciante que en los ochenta él tenía una ferretería –desconozco si aún la tiene– en donde trabajaba un electricista muy capaz y muy responsable, el cual un día se despidió pese a los ruegos de su patrón para que se quedara.

Un tiempo después, leyendo el periódico vio una nota sobre un nuevo líder de un cártel en esa frontera. De inmediato llamó a su esposa y le dijo, “Mira, el que dirige a ese grupo es el que era nuestro empleado…¿Te acuerdas de Osiel?”. Sí, sorpresa, era Osiel Cárdenas Guillén.

Al cabo de un mes, al salir de desayunar en el que fue Hotel Residencial de Matamoros, una voz le llamó en el estacionamiento: “Don Miguel (el nombre es ficticio)… buenos días, ¿Cómo está?

“Miré hacia la voz”, contaba, y ¡Dios! era Osiel quien lo saludaba, acompañado de una nutrida corte de ayudantes. Miguel no podía hacer otra cosa que devolver el saludo con un apretón de manos, rogando que nadie tomara una fotografía del momento y tras la frase “estoy para servirle”, su ex trabajador se alejó. Hasta ahí el relato.

Vaya historia, cuyo valor no radica sólo en el protagonista en cuestión, sino también en el hecho de que en esos años en la frontera tamaulipeca era casi normal encontrarse con esos personajes, tomarse fotos y convivir con ellos –con las debidas distancias guardadas– en inauguraciones, bodas o algún evento.

De manera alguna significaba lo anterior que existiera una relación con ellos, más allá de un saludo cortés y el clásico protocolo social del “quedo a sus órdenes”. Era parte de la vida desde Matamoros hasta Nuevo Laredo, circunstancias que nadie podía eludir por respeto o peor aún, por miedo.

Tal vez se preguntará usted por qué traer a colación esta anécdota, cuando han transcurrido tantos años desde esos hechos. Tengo una explicación.

Desde hace meses, especialmente durante la campaña por la gubernatura, en Tamaulipas han menudeado en redes sociales e inclusive en medios formales, señalamientos, denuncias y acusaciones sobre la relación hace algún tiempo de algunos protagonistas morenistas de ese proceso con el empresario Sergio Carmona, asesinado en Nuevo León, por presuntos beneficios concedidos por éste a varios personajes de ese partido en campañas electorales, que ha motivado inclusive una impugnación sobre el resultado en las urnas.

Preguntó: ¿Tenía en ese entonces Sergio Carmona una investigación formal? ¿Era acusado de algún crimen específico?

No. La relación con ese clan era la misma que con otros grupos empresariales vinculados con la política, en donde los favores son la normalidad como una especie de picaporte con los nuevos soles. No creo que haya en México un solo gobernador o presidente exento de esas prácticas.

En realidad, el “delito” del que podría acusarse a quienes pudieran haber aceptado apoyos logísticos del ahora fallecido es el de exceso de confianza. Y si eso es motivo para ser encarcelado, no alcanzarán todas las prisiones del país para quienes han caído en esa postura.

Bajo esa óptica, la inconformidad presentada ante el Tribunal del ramo para tratar de anular los comicios parece encaminada más a ensuciar el proceso que a lograr su invalidación.

No soy fan de MORENA y no pretendo defender a nadie, pero la verdad es que parodiando un antiguo dicho popular, podría decirse que sobre los hechos que llevaron a Carmona a la tumba, los acusados morenistas señalados en Tamaulipas “ni mataron la vaca ni le agarraron la pata”.

Pensar otra cosa es en mi percepción, un sueño guajiro…

UNA RECETA ACADÉMICA

La receta se llama planeación, la madre de la que parten todos los atributos para una buena administración, sea privada o pública.

Me refiero a que durante el período vacacional, la Universidad Autónoma de Tamaulipas no dejó de hacerse presente tanto en la comunidad docente como en la económica y social.

En este asueto, la UAT descansó como dice la voz popular, haciendo adobes, a través de acciones vinculantes con los sectores productivos que permitirán a éstos conocer beneficios tecnológicos que impulsarán su desarrollo, tónica mantenida por el rector Guillermo Mendoza.

Como tamaulipeco me satisface ver a una Alma Mater que no admite pausas para apoyar a su entorno. Vienen mejores tiempos…

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