Acéptenlo o no, pero es la realidad.
Es insólito, pero el Partido Revolucionario Institucional es el organismo que más solvencia política -que nada tiene que ver con la moral- posee para exhibir a los tránsfugas, oportunistas, ambiciosos obsesivos y trapecistas consumados en el terreno electoral.
No es ésta una defensa del PRI, es un simple vistazo al pasado, lejano o reciente, no importa.
¿Por qué la afirmación inicial?
No es mérito del Partido. Es mérito del tiempo.
Precisamente por ese tiempo, en la mayoría de los casos el PRI es en los hechos el “padre” o por lo menos el “padrino” de la cauda de membretes, siglas y personajes que hoy pululan en los laberintos de la política nacional. De él, para bien o para mal, ha emanado toda suerte de mexicanos, hombres, mujeres y demonios, que van desde ciudadanos que en verdad se preocuparon y ocuparon en aportar lo mejor de sí mismos, hasta una sarta de vividores y malandrines que hicieron de nuestro país el mercado persa que a la fecha sufrimos.
Este escenario es el que explica por qué es la facción política que tiene el derecho de señalar a desleales y a ingratos en el menos peor de los casos, o a saltimbanquis traidores en una visión radical.
Con certeza conoce usted a priístas que dejaron el barco ante la primer fisura en su línea de flotación. La gran mayoría huyó porque en el tricolor no les dieron una candidatura de alcalde, diputado federal, senador, gobernador y hasta del propio Presidente de la República. Poco importaba si ya habían depredado otras posiciones, porque lo que les interesaba e interesa es el presente y desde luego, el futuro.
¿Puede recordarlos, puede contarlos?
Es muy improbable, porque forman legión. Son cientos, miles. En todos los niveles. En todos los rincones de esta bendita patria.
Vamos ahora, a la contraparte.
¿Sabe usted de por lo menos una docena de casos, o seis o tres, de panistas, perredistas o petistas por citar tres membretes, que hayan dejado su partido para irse al PRI?
Tras 40 años en el oficio, lo admito, apenas puedo recordar dos o tres nombres incompletos.
Enfrente se aprecia todo lo contrario. Prácticamente todas las agrupaciones políticas no tricolores están repletas de ex priístas. Están en sus trincheras, en sus bases, en sus estructuras y desde luego, en muchas de sus dirigencias nacionales y en un sinnúmero de elevados puestos públicos donde forman pléyade, ahora incluido también Acción Nacional, que por muchos años se abstuvo y acaba de sumarse alegremente a esa práctica.
Entonces, ¿Cuál es el partido con más derecho para identificar y calificar desleales?
No hace falta contestar. Sobran las palabras y toma el lugar de éstas una frase que el PRI puede soltarle a cualquiera de los partidos mexicanos:
Hijo mío, ¡Soy tu padre!…
FÓRMULA REBASADA
Es el lado negativo de valorar sólo la forma y olvidar el fondo.
Me refiero a la asignación de recursos para atender la seguridad pública en los municipios, a través del organismo llamado por sus siglas, FORTAMUN. En Tamaulipas se viven paradójas dramáticas en ese sentido.
Curiosamente, los municipios pequeños contra lo que se pueda pensar no son los menos afectados. Sufren igualmente o más que sus hermanos mayores -en población- los embates de la violencia.
Pero precisamente por su baja población siguen considerados “chicos”, con todas sus consecuencias presupuestarias, en donde el rubro de inseguridad es uno de los más inquietantes. Hoy la zona de La Ribereña pasa por una de esas experiencias y recibirá en 2021 una parte mínima de los recursos para conservar la paz pública -ni siquiera el 2 por ciento del total- pese a ser una zona lastimada enormemente por ese problema social.
Es tiempo de cambiar la fórmula, es evidente…
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