Muchas personas nos dedicamos a criticar a los demás, especialmente a nuestras autoridades, aunque hemos de comentar que en diversas ocasiones se hace con una razón fundamentada, de peso, que existe y es congruente con el sentir popular.

Cierto: nos han defraudado tantas veces que ya no queremos confiar en ellos: los servidores públicos, los legisladores, esos que tenemos la idea de que se van por tres o seis años a semi-radicar a la Ciudad de México y cobrar sueldos estratosféricos por no hacer nada, y a los que están en las dependencias, recibiendo dádivas por autorizar obras y más.

Somos buenos para criticar, e insistimos, nos han dado motivos más que suficientes para hacerlo.

Pero, ¿qué estamos haciendo para revertirlo?

Vemos en los colegios, escuelas oficiales de todos los niveles a gente sin placas, con placas de centrales ilegales, en doble, triple y a veces cuádruple fila, esperando por los hijos, dejando a los hijos, o perdiendo el tiempo y entorpeciendo el tráfico.

También buscamos decirle al agente que no nos cobre la infracción y le ofrecemos una “mordida” a cambio de que nos deje ir libre y sin pago forzoso.

Tenemos especialidad en buscar formas para evadir impuestos, sin pensar que todo esto daña a México.

Cierto, también, que pensamos que si no lo evadimos, ellos –los servidores y funcionarios- se lo robarán y se quedarán con ese dinero nuestro, porque obras no vemos.

Hay que recordar que nuestra nación tiene más de 110 millones de almas y todos tenemos motivos parra evadir, por lo que nunca avanzamos.

Y, ¿Qué pasaría si usted decide no pasarse una luz roja, pagar su tenencia, no manejar un auto de contrabando, no estacionarse en doble fila, pagar sus impuestos y no evadir, hacer la fila correcta en el banco, hospital o donde sea?

¿Cree usted que un individuo de 110 millones podría hacer cambiar al país?

Utópico, pero pensamos que si comenzamos a hacer ese cambio, seguramente pronto tendremos la respuesta a nuestros esfuerzos, porque, de inicio, nuestros hijos observarán que hay una ley que se debe cumplir, y seguramente no manejarán con el celular en la mano o en estado de ebriedad, porque así lo han visto en casa.

Seguramente, también, estarán pendientes durante los primeros meses del año de pagar sus tributos fiscales a la autoridad, para, entonces, exigir que haya calles en buen estado, semáforos funcionando, patrullas en toda la ciudad, limpieza y recolección oportuna y más.

Los servicios públicos y la administración pública cuestan, y el dinero surge de lo que pagamos los que lo hacemos, y muchas veces mantenemos a los que no pagan porque muy dignos quieren castigar a un gobierno que no cumple con nosotros.

Somos muy buenos para exigirle a la autoridad, y cuando nos plantean la necesidad de poner muy elevadas multas a quien maneja borracho, pegamos el grito en el cielo, argumentando que tanto dinero no lo puede pagar la gente, olvidando que nadie tiene por qué pagar multas si cumple con la ley.

Somos especialistas en criticar a la autoridad, e insistimos, razones no nos faltan cuando les vemos vivir en ese estado de lujos insultantes, gastando dinero público en caprichos particulares.

Pero no podemos pensar que si ellos están mal se justifica lo que no hacemos los demás: es tiempo de actuar y hacerlo correctamente, para que las autoridades sepan que estamos pendientes de todo, y que exigimos que se cumpla con la función para la que fueron elegidos o nominados.

Es tiempo, pues, de los mexicanos, de todos, porque es la hora de hacer cambiar a México, aunque sea lentamente, pero en forma segura.

¿Se anima a hacer causa común?

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