Sin duda alguna, el proceso actual para elegir diputados en el Congreso de Tamaulipas dejará heridas de toda índole, como sucede siempre que hay vísperas de elecciones, por la naturaleza misma del ser humano.
Ya hemos visto la tremenda y feroz guerra que se desató en redes sociales principalmente, dando los políticos de hoy en día una importancia superior a sus recursos y necesidades a este recurso comunicativo; decimos lo anterior en opinión personal sobre las redes sociales, a las que hemos considerado como el gran lavadero cibernético del mundo, donde todo mundo dirime chismes, comentarios diversos, postulados, quejas y más, sin más requisitos que tener una cuenta y estar conectado.
No importa la reputación de la gente, preparación o solidez moral que pudiera tener o no: lo importante es estar ahí, y a nuestros políticos se les a muy fácil el hecho de que pueden abrir cualquier cantidad de recursos y pensar que son absolutos.
A muchos de nosotros nos llgan solicitudes de amistad de la “fan page” de “Todos con fulano” o nos piden que le demos un “me gusta” a los recursos que han instrumentado en favor de ellos mismos o de cualquiera que les ha pedido que lo hagan, habiendo sido engañado con que quien tiene experiencia en redes sociales es un buen comunicador.
Irónicamente, los comunicadores de hoy en día no comunican, no reciben gente, no atienden nada: se supeditan a las redes sociales, al grupito de Whats App o a un recurso similar y piensan que ya cumplieron.
Entre otras cosas, podemos afirmar que la función del comunicador ha sido devaluada por personas ajenas a esta disciplina tan importante.
Pero nos hemos desviado: los recursos se utilizan y tienen una función, y en ese sentido hay que trabajar para mejorar o limar asperezas, toda vez que, para alcanzar una candidatura, muchos hacen pedazos la reputación de los de al lado, sin importar los lazos 3xistentes anteriormente, y la necesidad de conducirse en forma civilizada.
Se tunden “hasta con la cubeta” como dicen los refranes populares, y todo sucede: los candidatos son elegidos por una persona que decide como se hacen las cosas, y sucede prácticamente en todos los institutos políticos, serios o no, y la gente lo sabe, entiende y asimila que así son las cosas y no opone resistencia.
Pero a veces los daños son muy significativos y hay que comenzar a remediar esos problemas.
Hoy que los que dirigieron inclusive un partido están buscando oportunidades en otros, buscarán -y tendrán que hacerlo- arreglar el desajuste causado por la ambición de una diputación local, y tendrán que hacer muchas cosas para que la gente vuelva a confiar en ellos, que no es nada fácil.
Todos los partidos tienen sus redes sociales abiertas, así como los que sueñan con ser candidatos, es decir, los “suspirantes” al cargo, y en esta guerra por postularse pareciera que “todo se vale”, y en ese tenor, inventan, difaman, exponen y manejan todo tipo de información, clasificada en dos categorías: falsa y real.
Luego vendrá el ajuste que mencionamos, y tendrán que reconciliarse, porque, finalmente, y como sabemos los ciudadanos que no nos dedicamos a la política, todos son cómplices de la misma estirpe, y todos son lo mismo, porque la clase política está muy bien descrita por la sociedad: un grupo de vividores que buscan su beneficio personal, ante todo, y que harán todo lo posible por lograrlo.
Ya que culmine el tiempo en que postulen y nombren a los que contendrán en los comicios próximos, vendrá el tiempo en que deban reconciliarse, porque de otra forma no podrán seguir conviviendo en esta actividad tan especial.
Y verán caras largas, tendrán que hacer maroma y media para que sus iguales vuelvan a confiar en ellos, en una acción que se antoja casi imposible.
…pero muy necesaria, en aras de sobrevivir en esa selva política.
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