Los gobiernos de coalición ya son una realidad, se contemplan en la ley a partir de 2018, de tal manera que cuando rinda protesta el próximo presidente de este país, podrá integrar un gabinete plural con base legal, siempre y cuando se trabaje en la elaboración de las leyes secundarias que regularán la aplicación de este modelo de gobierno.
Los primeros ensayos de gobiernos en los estados, que provenían de coaliciones electorales no resultaron satisfactorios, porque la regla de que el pez grande se come al chico no es fácil de erradicar y se generaron descontentos, porque la tajada mayor de poder siempre quedaba en manos del partido mayoritario, la primera fuerza política en esa entidad.
Ricardo Anaya intenta sacar provecho de ese modelo hasta el día de hoy inexistente, porque insistimos no hay leyes que lo regulen. Y eso fue pretexto para que el panista visitara algunos países para supuestamente traer ideas para decidir en su momento como elaborar las reglas legales.
Es un tema del Poder Legislativo y no del Poder Ejecutivo. La realidad es que si la pretensión de Anaya era obtener resultados para la elaboración de las leyes secundarias, hubiera promovido que diputados federales de su partido, incluso senadores le hubieran acompañado, incluso que hubieran ido ellos solos.
El objetivo era otro, restituir la imagen perdida a raíz de las acusaciones de que fue objeto y que lo exhiben en conductas ilícitas, que por cierto no han sido probadas legalmente, pero el placeo internacional sosteniendo encuentros con jefes de estado no le trajo ninguna ventaja, sobre todo cuando hay malestar por el derroche de recursos del país para hacer campaña, cuando tenemos 50 millones de habitantes pobres.
Pero el tema que nos ocupa son los gobiernos de coalición, al respeto podemos aportar que tal como están las cosas, es decir sin las leyes secundarias, el Presidente puede formar un gabinete plural, pero sin el respaldo legal que asegure la permanencia en la posición que se le asigne. Y quedará al albedrio del Jefe del Ejecutivo conservarlo o no, desplazarlo a otra secretaria o área del servicio público cuando así lo decida, de tal manera que reglamentar esa inclusión llamada gobiernos de coalición, no es cosa fácil, porque estará por encima de la decisión presidencial.
Enrique Peña Nieto integró un gabinete plural y los ejemplos más a la vista son Rosario Robles y José Antonio Meade, aunque el último sin filiación partidista. Esto quiere decir que sin Ley de Coalición y mucho menos leyes secundarias lo logró hacer. Pero no es eso lo que se busca con los Gobiernos de Coalición, que no estarán dependiendo del albedrío presidencial, sino de los espacios reales y representativos de una o más fuerzas políticas existentes en el país.
Un tema nada fácil, imposible de resolver en un tour de “a vuelo de pájaro”. Y puede ser un punto a resolverse de acuerdo a las pretensiones de quien resulte electo Presidente de México, o bien si a Peña Nieto le interesara, podría impulsar el proyecto, pero ya. Esto permitirá que la 2a y 3ª fuerza perdedora tenga, de acuerdo a la captación de votos lograda, uno o más lugares en el gabinete.
¿Difícil de imaginarse un modelo así?
EL ABSOLUTISMO DE MORENA
La forma arbitraria como MORENA ha venido designando sus candidatos, trasluce el régimen de imposición y absolutismo a cargo del gerente general del instituto político, Andrés M. López Obrador, quien es el que tiene la última palabra y las ejecutan los llamados “enlace nacional” de los que tiene cuando menos uno en cada entidad.
Resulta que ha tenido trabajando en la integración de una estructura a sus simpatizantes y afiliados y ahora estos son desplazados por elementos de otros partidos, PRI y PAN principalmente, dejando rezagados a los que han venido trabajando en por lo menos los tres últimos años, que participaron en los comicios de 2016 en el caso de Tamaulipas.
El descontento amenaza con rebasar los límites de tolerancia de la militancia en la zona sur y ahora en Matamoros. En este último punto geográfico dos mujeres activistas del partido de izquierda (¡¿?!) manifestaron su malestar debido a que no han sido tomadas en cuenta y en cambio de manera sorpresiva trascendió la inclusión del empresario gasolinero Mario Alberto López Hernández.
Se trata de Elvia Eguía Salazar y Rosy Pérez, quienes aspiran a una candidatura e hicieron su solicitud dentro del tiempo marcado para tal efecto. Pero eso no vale en MORENA, los que están llegando ni siquiera solicitaron su registro, tampoco su baja en el partido al que pertenecían, es el caso de Carlos Enrique Canturosas Villarreal, que hasta hace poco figuraba en el padrón del Partido Acción Nacional.
Este tema de la no inclusión a la militancia se veía venir, porque así ocurrió en los estados donde compitió en 2017. En este mismo espacio mencionamos que las candidaturas dadas a conocer a fines febrero de ese año, tuvieron que ser modificadas dada la presión de los “morenistas” en el estado de Veracruz donde la pasión política desbordó y fue hasta abril cuando salieron a la luz pública.
Por otra parte, no vemos por ningún lado la inclusión de mujeres salvo en los candidatos a puestos federales, no así en municipios. Cierto, estamos a 62 días del inicio de las campañas municipales, veremos cómo rectifica el rumbo.