Un accidente doméstico me retuvo en la cama por dos semanas, por lo que no pude desear bendiciones y parabienes a mis estimados lectores para este año que se inicia, con el mes de enero con sus cabañuelas.
En el cual nos hemos sorprendido con los intensos fríos, olvidando que estamos en la estación de invierno.
Alegría, paz y sobre todo unidad familiar en todos los hogares de nuestra querida capital.
El recuerdo agradable de las convivencias en durante el más alegre del año diciembre próximo pasado, ilusión para los niños y también para los adultos, quebrándose la cabeza para elaborar las viandas que adornarán la cena en la Noche Buena en donde las familias departen con la dicha de estar unidos con los demás miembros de la familia.
El tiempo avanza tan rápido que estamos por concluir el primer mes del año; salud, riqueza del mundo deseamos para todos nuestros semejantes.
Que en este año electorero no se desborden las pasiones, que se implante la cordura entre todos los ciudadanos.
La palabra de Dios afirma que Dios implanta las autoridades y éstas serán las que merecemos.
Así sea.
Por hoy es todo.
Hasta la próxima. Carpe diem.