Le envoltura del mundo está fabricada con amenazas, discriminación, egoísmo, egocentrismo, intolerancia, guerra a quien esté en desacuerdo conmigo; todo por poder y dinero; a lo largo de la historia. La etapa, “milagro mexicano” derivada del crecimiento económico de 6% anual, con crecimiento demográfico de 2% es una fantasía; fantasía que hombres con vocación social, dedicación, honestidad, voluntad y aplomo, durante generaciones, hicieron de esa fantasía una manera de vida digna con bienestar.

Actualmente la fantasía que domina al mundo es obtener dinero, fácil y rápido, y poder, para sojuzgar a los seres humanos, vivir alejados de la realidad social, sin contacto con sus esclavos. Deshumanización y poder, son la actual fantasía en millones de mentes, fantasía que prevalece en el mundo.

La fantasía por vivir en un planeta sano, medio ambiente del cual somos parte y compartimos con las demás especies, desapareció. La pesca excesiva, la sobre explotación de la tierra; la destrucción de ecosistemas para construir con severo impacto en la estabilidad del clima; la acidificación de océanos, contaminación por productos químicos; la manipulación genética de los alimentos; toda la industria afecta de manera negativa la conservación y el uso sostenible de los bancos de reserva de alimentos. De ahí la importancia de que nuestra fantasía colectiva sea revivir las dimensiones de las relaciones humano-ambientales, y poner a salvo las cosas vivas que nos rodean.

Nuestra fantasía de tipo de vida se alejó del cuidar de nuestro hábitat, al que hemos golpeado y despreciamos cuidar. Cualquier ciudadano doquiera está en peligro en la medida en que nadie respeta a nadie. Cada cual vive a su manera sin respeto a los límites que la libertad requiere para vivir en armonía. La vida es ahora un producto de mercado, con valor en parámetro económico, por salario, robo o extorsión. Somos un peligro nosotros mismos como raza y para el mundo al llevar a la naturaleza a que asuma cambios terribles en catástrofes en respuesta a nuestra acción depredadora. La fantasía vigente es el dinero; lo demás está a su servicio. Que el número de niños desnutridos en Somalia aumente 50% cada cuatro meses, se asume, se conoce, pero es superfluo, no importa, tragedia es que caiga la Bolsa de Valores. La vida se guía por una fantasía barata, que cada ocasión sea de menor compromiso, que no nos involucre o nos obligue a alguna responsabilidad o que no nos ate a valores universales, que para cumplir se exige compromiso y respeto absoluto.

La fantasía social es depredar, gozar al máximo con el menor compromiso y obtener todo con el menor esfuerzo. Nada importan los seres humanos, los más vulnerables; tampoco el entorno, la calidad del aire que respiramos; ríos, lagunas y fuentes que requieren aprovechamiento y protegerlos contra la contaminación.

La fantasía es alentar posición de autoridad; de orden y mando; de riqueza y obtener vasallos a los cuales despreciar y sangrar. Los derechos humanos y las libertades fundamentales no se respetan y las personas se tratan como mero interés. Abandonar el diálogo es una manera de matar al predominar la voz que ordena y decide sin escuchar el derecho de terceras personas.

La transformación para el siglo XXI debe reconocer la igualdad del ser humano con políticas de aplicación y de respeto absoluto a los derechos humanos y sociales. Cada ser humano tiene que mostrar actitudes solidarias, pacíficas, humildes, atender con preferencia a quienes no se les deja hablar, o se les deja, pero no se les escucha. De no ser capaces de abrirnos a la dimensión transcendente de una vida en común, difícilmente vamos a poder avanzar en nuestra propia identidad humana, de amor y defensa de unos para con otros y de otros para con unos.