Me acostumbré a dar, más que a recibir, y siento por ello una gran satisfacción, tanta, que me alegra ver cómo la gente sonríe al sentirse feliz por el gesto de amor, que de forma desinteresada, han recibido; mientras yo, me estremezco de alegría, cuando en forma tan espontánea alguien me abraza al sentir la entrega que refleja la nobleza de nuestras almas.
Me acostumbré a dar sin esperar nada, porque así es mi naturaleza, es como el claro amanecer de un nuevo día, cuando despiertas con alegría para agradecer a Dios, para reponer las oportunidades perdidas, para hacer el bien a quienes no esperan nada de la vida, y mucho menos de mí, que pudiera estar tan alejado de la realidad que viven muchos de los que se sienten desamparados y esperan una oportunidad para recuperar la esperanza y así sentirse afortunados; y si notan que en mi decir hay un dejo de fría arrogancia, yo les pido no me juzguen con dureza, porque si estoy siendo demasiado complaciente al apoderarme de virtudes que no merezco , les aseguro que no es por ser portador de la vileza con la que muchos caminan cuando se pierde la vergüenza; les aseguro que lo digo con sincera humildad por la entera confianza de saber que mi Señor me está mirando, para que no vaya a cometer la torpeza de caer en el pecado, me siento como un ser privilegiado por habernos creado Dios a su imagen y semejanza.
Tengo un corazón agradecido, convencido de que hacer el bien es el camino de todo hombre bien nacido, ¿por qué entonces debería de torcer mi destino, engañándome y engañando a mi prójimo cuando éste se encuentra triste y confundido?, no, no lo haría, porque seguramente me condenaría, para después sufrir en la soledad del desierto de la desesperanza consabida.
Me acostumbré a dar más que a recibir; pero a decir verdad, en ocasiones quisiera sentir lo que otros sienten al recibir lo que les llenó el corazón de amor por la sorpresa, por hacerse acreedor de un momento de alegría, al pensar erróneamente que daba lo que no tenía.
Mas tengo firme confianza en mi Señor, que todo lo ve, que todo ha hecho para ganar mi salvación, no para señalar mis errores y mi falta de fe, pero me ha dado tantas oportunidades para redimir mis pecados, para ser un hombre bueno, misericordioso y solidario, por eso y más, me ha perdonado, y me permite seguir por el camino adecuado que me conduzca a su reino tan deseado.
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