Un buen político sabe, bien que sabe, que cuando se hacen las cosas en base a las necesidades o peticiones ciudadanas no significa ceder ni perder nada, sino por el contrario: se gana en presencia, en popularidad y se considera a esta persona como a a alguien consciente de las necesidades de quienes le llevaron a donde está, como una persona sensible y que está pendiente de sus gobernados.

Todo lo contrario resulta contraproducente, y por lo general las reacciones no son positivas, destacando aquel sentimiento de que “odio genera odio”, lo cual no ayuda en nada a la democracia ni a la vida de los pueblos, o al menos, no en México.

Y en Victoria, capital de este hermosísimo estado de Tamaulipas tenemos un problema y grave, tanto, que ya un grupo de comerciantes organizados se reunió para solicitar al gobernador Cabeza de Vaca su intervención para que frene las decisiones que no son populares por parte de la autoridad en turno, y que han originado ya enfrentamientos de toda índole.

Recordamos aquel enfrentamiento con vecinos de la avenida Francisco I. Madero por el dren que han construido y que, para algunos expertos, resulta inútil e insuficiente. Al parecer, ha faltado un consejo de un experto en decisiones tan importantes.

Luego siguió el caso de los comerciantes, rematado este viernes con las declaraciones del alcalde Xicoténcatl González Uresti en el sentido de minimizar la protesta, afirmando que no la hicieron comerciantes organizados, sino sus empleados.

Se olvidó el alcalde que en Victoria nos conocemos todos, y sabemos quienes es quien, y se identificó a propietarios de comercios, gente mucho muy conocida en la localidad. Pero el alcalde ha ignorado la voz popular, lo que suponemos, no será positivo para Victoria, ya que el “hijo rebelde” insiste en hacer las cosas por su voluntad, no escuchar, y seguir cometiendo los errores de los emperadores o caciques.

Ha limitado las funciones de la prensa también, en un hecho sin precedentes, y el asunto de las reuniones de Cabildo donde pretende sean en la secrecía que da lugar a una rumorología tremenda, el alcalde González ha exigido que no entre prensa, y limitado sus áreas de desarrollo. Nunc antes había sido tratada la prensa de sa manera, y no porque merezca o no, sino porque es parte de la función del periodista y debe haber facilidades para ello.
Volviendo a la calle Hidalgo, los comerciantes se quejan de la falta de ventas y asumen que una crisis de eta naturaleza puede propiciar el cierre de negocios y, por consiguiente, la pérdida de fuentes de empleo, en una época más que difícil y que no merecemos en Victoria.

Pero no hay forma de hacer entender al jefe de la Comuna victorense: se empeña en mantener oídos sordos a las demandas ciudadanas, y lo peor es que asegura que lo hace porque tiene el apoyo total del gobierno del estado y de quien encabeza los esfuerzos oficiales en la entidad.

Flaco favor hace Xicoténcatl a su jefe, porque lo deja muy mal parado con estas decisiones y con no escuchar a su gente.

Suponemos que sería interesante aprender -a esas alturas- a escuchar a los demás, más, cuando se tiene un cargo de elección popular. La gente está cansada de haber escuchado promesas en campaña y que no se han cumplido, como es el caso de las calles que están en una situación de desastre, y, además, tener que aguantar las ocurrencias de una sola persona.

Más grave cuando se atenta contra infinidad de fuentes laborales, así como negocios que han sido parte el sustento de un sector de la población de Ciudad Victoria.

No tiene derecho Xico a decidir por la gente de Victoria: se ha olvidado que fue puesto ahí gracias al voto popular y a él se debe, por tanto, debe entender que se debe a su pueblo, y al mismo debe atender, obedecer, y agradar.

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