Al iniciar prácticamente el proceso de renovación de la dirección en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, comienza también una serie de acciones, positivas y negativas en torno al acontecimiento que marcará un cambio en la historia de esta facultad.
A la fecha hay dos aspirantes que se han mostrado y quieren ser directores: Armando Villanueva Mendoza y Fernando Quintanilla De la Fuente, ambos, catedráticos de sobra conocidos y que consideran tanto ellos como muchos más, tienen los merecimientos para ser elegidos. Puede haber más durante estos días.
Leemos con tristeza comentarios en el lavadero cibernético que significa las redes sociales la forma en que gente que piensa que tiene la verdad absoluta opina y descalifica a uno o a otro.
El que los miembros de la comunidad simpaticen en mayor o menor medida con uno u otro no significa que el otro es ladrón, corrupto y lo peor. No se trata de abrir la bocota y emitir sonidos cuasi guturales descalificadores a lo tonto. Todos tenemos derecho a simpatizar con alguien que no sea del agrado de otros, y es parte de un proceso democrático, pero de ahí a descalificar.
Personalmente, conocemos a ambos aspirantes y consideramos que podrían ser excelentes elementos, pero de ahí a que suceda, estaríamos prediciendo el futuro, cosa imposible por ahora.
Algunos estudiantes de una de las cuatro carreras que se ofertan en la Facultad toma partido y difama a un candidato sin ton ni son: nada más incongruente, sobre todo, en una comunidad aparentemente pensante que debe poner el ejemplo.
¿Qué necesita Derecho hoy en día?
Requiere de una dirección capaz de atender cuatro corrientes, cuatro carreras, y dar privilegios a la academia y la investigación; dejar a un lado cosas superfluas y meterse de lleno a cumplir los objetivos fundamentales para los que existen las universidades y sus facultades.
Debiéramos los universitarios estar ajenos a la grilla de redes sociales y a escudarnos con “periodicazos” contra lo que no nos guste: requerimos madurez y entendimiento.
No se trata de ver a los candidatos en campaña y analizar si nos caen bien o si nos llevan más regalitos que otros: se trata de elegir a quien dirigirá por cuatro años nuestra facultad.
Quien gane, deberá reagrupar a todos los estudiantes y maestros en torno a un proyecto que, insistimos, debe estar privilegiado por exigir más estudio y dejar a un lado días de asueto, fiestecitas y eventos que no aportan mucho que digamos: el dinero de los mexicanos debe estar bien empleado, y la UAT se paga con dinero del pueblo.
De los que han levantado la mano, insistimos que tienen merecimientos y seguramente decidieron hacerlo porque lo saben, pero de ahí a que sean la persona idónea, todavía falta camino por recorrer.
La invitación se extiende a todos los miembros de la comunidad de Derecho para analizar cada uno de los currículums de los candidatos y dejar de difamar en redes a los demás, descalificar a base de rumores, y centrarse en lo suyo: estudio e investigación: así de claro.
Los que no trabajan nos tachan de grillos a los que opinamos, porque están acostumbrados a seguir la corriente y las indicaciones de “allá”, de donde mandan. Es hora de que los universitarios analicemos qué queremos para nuestro futuro, y elegir a las personas idóneas. En caso de equivocarnos, que puede ser posible, revirar, volver a empezar, pero nunca darse por vencido.
Por el bien de Tamaulipas, que se postulen los que tienen merecimientos reales, y que gane el que mejor resulte para una Facultad llena de historia y prestigio.
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