Dentro de las expresiones más gratificantes que puede obsequiarme una persona está la sonrisa, con ella, sin necesidad de hablar me dicen que se sienten bien con mi compañía, y en en el transcurso de mi vida he recibido una gran cantidad de estas manifestación tan saludable para el cuerpo y el espíritu. Ayer recibí una, no solamente una sonrisa, sino una sonora risa proveniente de una persona muy amada por mí; ayer pude hacer reír a mi madre que convalece de un padecimiento neurológico ocasionado por una evento vascular cerebral, mismo que la ha imposibilitado para expresar sus emociones, pero ayer ella me regaló la más hermosa risa que de toda mi vida, y ahora confirmo que la risa es el alimento del alma, pues después de un mes de estar contemplando una facies poco expresiva o incluso un rictus que se antoja doloroso, ella emitió con toda claridad el armonioso y saludable sonido que le dio paz a mi espíritu al comprobar que dentro de lo doloroso que ha sido el trance del padecimiento, el alma de mi madre evidencia un estado muy saludable, por ello doy gracias a Dios y a todas las personas que nos han acompañado con sus oraciones de sanación.
Mi estado de ánimo empieza a alinearse armónicamente para restablecer la energía que se pierde cuando la tristeza oscurece nuestros días.
“Todo lo puedo con aquel que me conforta, esto es, en Cristo” (Filipenses 4:13)
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