Para no dejar de ser, se debe de tener plena consciencia de estar, y en ésta pausa del tiempo ordinario, causada por la pandemia, para los que estamos quedándonos en casa, aislados del resto de nuestra familia, de nuestros amigos y de las personas con las que tenemos una relación, ya sea laboral o social, se puede considerar la posibilidad de que poco a poco se vayan instalando alteraciones psicológicas derivadas del estrés. Sin duda que a un poco más de cinco meses de confinamiento, muchas personas ya estarán experimentando trastornos de ansiedad y depresión, de leves a moderadas y a los que ya padecían estas alteraciones mentales, tal vez algunos hasta crisis han tenido. Para evitar caer en estas crisis, es necesario no perder de vista que nuestra presencia sigue formando parte de un todo, y que a pesar de haber tenido que hacer adecuaciones a nuestras rutinas, debemos de seguir conectados virtualmente o con acercamientos apegados a la normatividad sanitaria, con todas aquellas personas con las cuales interactuamos.

Es muy frecuente que durante el confinamiento, estemos muy al pendiente de la situación epidemiológica que vivimos, el estar informados es bueno, pero el exceso de información, acrecienta nuestro estrés, sobre todo si no hay noticias alentadoras sobre el control o finiquito del evento; de hecho, Facebook es ahora considerado el gran “obituario” virtual, ya que con mucha frecuencia, se dan a conocer los fallecimientos, que resultan ser tan dolorosos cuando se trata de familiares, amigos o conocidos, lo que genera además de tristeza, angustia y desesperanza.

Cuando se instala la desesperanza en el ser, aparece un estado de desmotivación franco, la depresión es más evidente, y un estado anímico deprimido trae consigo también un sistema inmunológico deprimido, que por cierto puede condicionar la entrada al organismo, de algunos virus menos nocivos que el SARS CoV-2, y que hacen acto de presencia con algunos de los cambios climáticos que hacen variar la temperatura, apareciendo algunos cuadros respiratorios que empiezan a causar confusión y temor entre los que los llegan a padecer.

Qué importante resulta, durante la etapa del confinamiento, la orientación de los profesionistas especializados de la salud mental, para mantener la sustentabilidad de un buen equilibrio emocional, que haga sentir a los afectados, que nunca deben de perder la consciencia, de que son una entidad importante dentro del núcleo familiar y de la sociedad, en el acontecer laboral y la productividad de la misma. Deben de estar seguros que están presentes y seguirán estándolo mientras atiendan con fiel apego las medidas para evitar contagiarse y mantener su estado de salud óptimo, tengan o no comorbilidades como la diabetes, la hipertensión, la obesidad, y otras patologías que mantengan debilitado su sistema inmunológico.

Es evidente que ante el sufrimiento, nuestra necesidad de sentirnos protegidos ante lo que pensamos, es una enfermedad muy peligrosa y difícil de combatir a través de la ciencia, nos conduzca a solicitar ayuda de un poder supremo, para el cuál no hay imposibles, de ahí que nuestra fe se acreciente a través de una renovación sincera de la alianza que tenemos con Dios. La fe nos devuelve la esperanza.

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