La Palabra de Dios escrita en la Biblia en la misa dominical de esta semana es una invitación a una reflexión seria y fuerte: para los creyentes que participan los domingos en la misa ¿Cómo anda su seguimiento a Dios? ¿Cómo el cumplimiento de sus mandamientos durante la semana? ¿Cómo es el amor al prójimo? Porque así es como se muestra al verdadero seguimiento a Dios.

En la primera lectura de la misa de este domingo, Josué 24:1-2, 15-17-18, presenta a las tribus de Israel, en su largo camino hacia la libertad, fueron guiados por líderes ungidos por el Espíritu de Yahveh.

A pesar de las dudas y vicisitudes, el pueblo podía confiar en los hombres puestos al frente de él para alcanzar la “tierra prometida”, lugar donde manaba leche y miel, abundancia y prosperidad.
No obstante fue necesario probar su fidelidad; por eso, “Josué convocó en Siquem a todas las tribus de Israel y reunió a los ancianos, a los jueces, a los jefes a los escribas.

Cuando todos estuvieron en presencia del Señor, Josué le dijo al pueblo: si no les agrada servir al Señor, digan aquí y ahora a quien quieren servir”.

Ante ellos se abría un tentador panorama: pueblos poderosos con sus dioses; pero el pueblo respondió convencido: “Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, porque el Señor es nuestro Dios”.

Esta fe inquebrantable se traduce en fidelidad incondicional dando como resultado la constatación de que Israel tomó la decisión correcta y que las promesas hechas por Yahveh se cumplirán.

El texto evangélico, Jn. 6:55, 60-69, en contraste narra “cómo muchos discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con Él”, abandonaron a Jesús decepcionados y escandalizados, pues no toleraban que se ofreciera como alimento: “mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida”. Jesús agrega: “Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.

Ojalá que los que participan de la misa puedan hacer la misma confesión que hace Pedro a la pregunta de Jesús: “¿También ustedes quieren dejarme? Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.

Se puede orar palabras del Salmo 33: “Haz la prueba y verás que bueno es el Señor. Escucha el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas”.

Que el amor y la paz del buen Padre Dios permanezca siempre con ustedes.