Son malas noticias para sus “viudas” y “viudos” que deja en el Estado, pero son buenas nuevas para los tamaulipecos.

Me refiero a la salida de Miguel Angel Osorio Chong de la titularidad de la Secretaría de Gobernación y de la llegada a ésta, de Alfonso Navarrete Prida, ex cabeza de la Secretaría del Trabajo.

¿Por qué considerar positivo ese relevo?

Son dos razones que fundamentan esta percepción personal.

La primera de alguna manera la sufrimos casi todos los habitantes de esta patria chica, como fue el evidente despego que a lo largo de su desempeño en la SEGOB mostró Osorio hacia Tamaulipas.

Perdí la cuenta del número de sus visitas a nuestra Entidad para dirigir reuniones sobre seguridad pública, pero lo que sí queda claro es el saldo oscuro de todas ellas. Fue prácticamente sólo material para los medios, porque nunca se vio un apoyo reflejado en acciones concretas y mucho menos en los ansiados resultados que redujeran –nadie espera que se resuelva completamente a corto plazo– ese grave problema en este solar.

En Tamaulipas, en los hechos, fue Secretario de Gobernación sólo para sus allegados políticos.

¿Qué se puede esperar de Navarrete?

Por lo menos, a la luz de los antecedentes, no puede ser peor que con el hidalguense.

El también ex Procurador de Justicia en el Estado de México, fue designado en el inicio del mandato del presidente Enrique Peña, como enlace del gobierno federal con Tamaulipas. No fue una relación muy exitosa porque el entonces Jefe del Ejecutivo estatal, Egidio Torre Cantú, pensaba –si así se puede decir– con los intestinos y nunca logró establecer una comunicación tersa y sobre todo benéfica para Tamaulipas, con el representante presidencial.

Sin embargo, no todo se perdió en el camino. Pese a las necedades y arrebatos pasionales de Egidio, Alfonso Navarrete mantuvo contacto con nuestro Estado y conoció de cerca, desde hace cinco años, las penosas emergencias que aquejan al mismo.

No podía hacer mucho desde una posición creada en el marco de la cortesía política, pero por lo menos nadie puede, como dice la voz popular, leerle la mano para tratar de maquillar lo que sucede en estos rincones de Dios y algunos del Diablo.

Que le vaya bien don Miguel Angel. Algún día creí que podría ser un buen candidato y un buen Presidente, pero el tiempo, para mala suerte de Tamaulipas, exhibió sus flaquezas.

Bienvenido don Alfonso. Ojalá que en el primer encuentro con los tamaulipecos ya como Secretario de Gobernación, podamos abrir una puerta a la esperanza sobre un avance tangible en nuestros sueños de paz pública.

Para que en lo posible, se conviertan en realidad…

¿A QUÉ VA JAVIER?

Javier Lozano ya está en el equipo de José Antonio Meade. Me ahorro el segundo apellido de éste porque no quiero “dobletear” extranjerismos.

La tarea que cumplirá el ex panista en el organigrama electoral del candidato del Revolucionario Institucional todavía es, en mi opinión, confusa.

No sé a ciencia cierta cuáles son los beneficios que aportará Lozano al tricolor, pero no creo que se reflejen en adhesiones de muchos militantes del blanquiazul, porque Javier fue uno de los “pirruris” y “yupis” de Felipe Calderón que mayores conflictos generó en el equipo de ese Presidente y gracias a eso, no dejó precisamente buenas amistades entre sus colegas circunstanciales. Por el contrario, hay quienes todavía le profesan un generoso resentimiento.

Algo sí parece quedar claro. Lozano ha otorgado sin excepción una fidelidad canina a Calderón. Su decisión de acompañar a Meade, puede estar seguro, no es sólo de él. Es compartida con Don Felipe.

Muestra esto que para Calderón un objetivo lo subyuga:

Vengarse de Anaya. No importa que deje en el camino a una ex Primera Dama…

 

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