Todos desearíamos encontrar el punto medio emocional para mantener el equilibrio perfecto entre lo físico y lo mental en nuestra vida, de tal manera, que logremos hacer uso de manera libre y objetiva de nuestra plena consciencia, para analizar con imparcialidad los eventos que amenazan nuestra estabilidad.
Muchos prefieren no pensar a profundidad, y utilizar sólo una pequeña parte de energía para salir al paso y dar una continuidad rutinaria a su vida, de la cual, sólo se exigen lo necesario para vivir y establecer un estado de confort, en el que respiran, comen y duermen a medias.
Todos desearíamos tener la respuesta correcta para solucionar aquello que no nos permite romper con las barreas que nos hemos auto impuesto, para no correr riesgos al transgredir las costumbres que nos invitan a la docilidad y sumisión; al respecto, me decía un amigo de nuestra época universitaria: No es mi deseo sobresalir, competir o arrebatarle a nadie el liderazgo en clase, prefiero mantenerme en una medianía que me evite estrés, y con ello evito también padecimientos como la gastritis, colitis, cefaleas, ansiedad, incluso depresión. Continuaba diciendo: No tengo que demostrarle nada a nadie, estoy conforme conmigo mismo y estoy consciente hasta dónde puedo llegar con mi actitud pasiva.
Me preguntaba si estaba frente a una persona que logró encontrar el punto medio de su existencia para lograr un equilibrio emocional, que en un futuro, pudiera blindarlo contra las enfermedades que causan mayor morbilidad; por un momento, estuve tentado a preguntarle, cuál era la fórmula para lograrlo, pero, me detuve, porque si algo teníamos él y yo en común era el saber lo que queríamos en la vida, y mi camino, aunque diferente, también buscaba mantener un estatus donde se pudiera vivir sin presiones, sin apuros, sin tener que arrebatarle a nadie nada que yo no pudiera lograr con mi esfuerzo. Mi camino me exigía utilizar toda la energía posible hasta encontrarme conmigo mismo, ese ha sido mi mayor reto.
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