En México como en el resto del mundo, en el ejercicio de la política y en una de sus derivaciones, las administraciones públicas, suelen ser frecuentes las “genialidades”.
Temo que los victorenses estamos frente a una muestra de esos destellos.
El tema al que me refiero es el estadio “Marte R. Gómez”, sin duda una de las piezas arquitectónicas más queridas no sólo para los residentes de la capital, sino para la gran mayoría de los tamaulipecos, que por lo menos en una ocasión han visitado el inmueble.
Es una obra que merece ser honrada con su mantenimiento y perpetuidad, hasta donde el tiempo y su impacto lo determine. Entiendo eso perfectamente.
Pero lo que no entiendo es el proyecto de la Secretaría de Obras Públicas del Estado, de someterlo a un maquillaje que no necesita y que peor aún, atenta contra el sentido común.
Expondré, si me permite, una opinión muy personal, sólo con dos argumentos para no arriesgarme a que desde aquí deje de leer estas líneas.
Va el primero:
Es inobjetable que la querida sede del Correcaminos vivió ya sus mejores años. Se construyó cuando Victoria era un pueblo grandote, se ubicaba prácticamente en una de las orillas de la ciudad, su población no se acercaba ni a los cien mil habitantes y cuando su tráfico vehicular permitía sentarse a tomar un café casi sin peligro en la calle Carrera Torres.
Como por fortuna ha sucedido, la capital del Estado creció, evolucionó en todos sus aspectos incluyendo al deportivo profesional como es el caso del equipo en teoría de la UAT, con ya dos incursiones en la primera división de nuestro futbol, que mostraron la incapacidad física del inmueble para recibir a la afición no sólo local, sino de gran parte de Tamaulipas, que viajaba a esta ciudad para ver jugar a las estrellas de este deporte.
Y así, nuestro estadio dejó de ser funcional. Ahora va a crecer en forma artificial, cuando queda claro que cuando se utiliza vuelve un caos al tránsito por ubicarse materialmente en el primer cuadro de la ciudad y enloquece a aficionados y residentes cercanos la falta de estacionamiento.
Me pregunto:
¿Por qué no se pensó en honrar al “Marte R. Gómez” como se merece, destinándolo a actividades deportivas que le den brillo a su historia sin perder su dignidad y en su lugar construir un nuevo estadio?
¿Por qué no se pensó en levantar esa nueva casa del “Corre” al norte de la ciudad, no sólo por la comodidad de su acceso y sus amplios espacios, sino también como una espléndida oportunidad de activar una zona deprimida, como es la salida a Matamoros, sub explotada por la atracción que genera su hermana, la salida a Monterrey?
Caray, si hasta los poco dadivosos regiomontanos construyeron un nuevo estadio con tecnología de primer mundo, ante la imposibilidad de hacer crecer al del Tecnológico, pero conservando a éste.
Yo no lo entiendo. Disculpen mi corta visión, pero remendar el “Marte” es en mi percepción una acción de escasa utilidad, que el tiempo confirmará a no largo plazo.
¿Y el segundo argumento?
Es, siempre en mi opinión, que al quedarse “en lo chiquito”, se genera la percepción de que el equipo de casa –ojalá que permanezca aquí y no lo hagan hijo forzado de la frontera– será siempre un cuadro aldeano, sin esperanzas de crecer deportivamente en el plano nacional y que por lo tanto no merece un hogar no más digno, porque dignidad le sobra al “Marte”, sino un estadio moderno, adaptado al desarrollo de Victoria y de Tamaulipas, preparado para un día como el que ya vivimos y que hoy es sólo soñado, en que lo volvamos a ver en la máxima división del balompié mexicano.
¿Será que en verdad ven pequeño a nuestro “Corre”?…
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