¿Y por qué llora María? Pregunta la abuela angustiada. La hija contesta: Nada mamá, que está chiflada. ¿Le dolerá algo a la niña? Siguió clamando la abuela a punto de derramar las lágrimas. Pero… ahora, ¿qué te pasa a ti mamá?, ¿por qué ese llanto?

Es que me duele tanto ver llorar a María. Háblale a su abuelo, tal vez él la pueda consolar… ¿Por qué lloras María? Sin dejar de llorar, María dirige una mirada a su abuelo y el abuelo empieza a jugar con ella a cierta distancia, aun así, logró hacerla sonreír, pero, la mirada de María y sus labios no se ponían de acuerdo, pues la tristeza estaba reflejada en sus ojos, mientras que sus labios rojos, simulaban que reían. María le dice a su madre: Déjame bajar de auto, quiero estar un rato con mis abuelos, los quiero tocar. Hoy no María, mañana…quizá. ¡No! dijo María firmemente, no puedo esperar, déjame bajar, no ves que los quiero abrazar, quiero asegurarme de que están aquí, que éste sigue siendo su hogar, donde mi hermano y yo solíamos jugar. María ve de nuevo a los ojos a su abuelo, en su mirada había un brillo especial.

Entonces la madre de María le dice a la abuela: Tal vez la niña se encuentre muy sensible, su maestra en la escuela lo pudo notar, mira que llorar porque una hebra de su uniforme escolar, a un leve tirón del mismo, por uno de sus amigos, le ocasionó un agujero muy cercano al bolsillo izquierdo de su blusa, y yo le he dicho que no se preocupe, que eso se arregla, pero la niña llore y que llore, y me insistió quería verlos a ustedes, aunque no es oportuna la ocasión. María mira al abuelo, y el abuelo, poniendo fina atención a aquel discreto agujero de la prenda en cuestión, le dice a la madre, con sutil discreción: Hija, la niña llora, porque tal vez, al jalarle aquel fino hilo, se le descoció un poco su sensible corazón, algo se le ha perdido a la niña, causándole a su corta edad, un inexplicable dolor.

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