Hay algo más en tu hermosa estructura corporal, que refleja la paz en tu mirada y dibuja la dulzura en tu sonrisa, que no tiene ninguna prisa por desaparecer de tu bella cara.
Hay algo que ni tú imaginas, por ser tu esencia de origen tan natural, y que por consecuencia, ilumina tu presencia en cualquier lugar, aunque éste, por desearte un mal, de pronto oscureciera.
Hay algo en ti, que te expone y te vulnera, y que a pesar de ello, te protege de la intensión malsana de cualquiera; y que para mí, es sin duda, tu gran ente espiritual, que exhibe la bondad y el amor con el que Dios te distinguiera.
Hay algo también, de la ancestral maldad primera, que ronda tu entidad material por fuera, que busca la ocasión rastrera, para provocar en tu mente la ceguera, de la oscuridad intimidante y traicionera, que quiere evitar que veas con toda claridad lo que te espera.
Hay algo en mí, que me da el privilegio de sentir lo que está ocurriendo en tu interior, y me permite ver el esplendor de aquella luz que persevera y proviene del divino Redentor; lo siento y veo tan claro, como no lo ve o lo siente otro cualquiera, que sólo ve la belleza de una flor que cautiva con su vistoso color, seduce con su sutil aroma y que deleita al gusto con la dulzura de su néctar embriagador.
Hay algo en ti y en mí, que nos permite descubrir, que no fuimos creados para vivir aislados de este loco frenesí, al sentirnos siempre amados por el hijo de Dios, que por amor nos ha salvado.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com