Ayer, gracias a un amigo, tuve la oportunidad de ver y escuchar una entrevista al candidato del PRI a la Presidencia de la República, José Antonio Meade, después de una reunión que éste sostuvo con el Instituto Mexicano de Contadores Públicos.
Y confirmo mi percepción: la gran oportunidad del ex Secretario de Hacienda para crecer e inclusive remontar a sus adversarios, se presentará sin duda alguna en los debates.
Ni una palabra altisonante, ni una agresión, ni un insulto. Sólo los hechos, los que todos vemos, los que sus mismos contrincantes han admitido y que ahora, cuando se han revertido contra ellos, los niegan y culpan a otros de lo que antes no se preocuparon por ocultar.
Empiezo a ver a un Meade inusual. A un Meade sarcástico y agudo, un Meade capaz de crear figuras retóricas como “El Fantasma” para Andrés Manuel López Obrador por su despego a sus declaraciones fiscales y “El Magnate” para Ricardo Anaya, por su desproporcionada fortuna amasada con los sueldos de funcionario público de medio pelo, por su papel en el Congreso de la Unión y el que recibió como dirigente de Acción Nacional, si es que allí cobró.
Juegos de palabras, arrinconamientos verbales, argumentos irrebatibles y frases coloquiales que dan una idea clara de lo que sucederá en las confrontaciones que sostendrán los tres aspirantes con mayores tendencias de votos.
No sé si lo que presencié y oí se pueda atribuir a alguien más que a Meade, pero me da la impresión de que en esta ocasión fue él mismo, sin acartonamientos ni poses de sabihondo que le endosaron en la precampaña. De otra manera esto hubiera aparecido tiempo atrás y no hasta que ya sus rivales le sacaron, como se dice en las carreras de caballos, dos cuerpos de ventaja.
Caray, déjenlo ser. Y con seguridad, en esos “tete a tete”, en ese cuerpo a cuerpo y en ese cara a cara que son los debates, tal vez el PRI podría revalidar otra frase ícono de los hipódromos:
Caballo que alcanza, gana…
ARGUMENTOS Y RAZONES
Por supuesto que no será fácil. El intento del alcalde de Victoria, Oscar Almaraz Smer, por revalidar por tres años más la administración que encabeza, no será ni de lejos, cantarle a la luna.
Su rival, el médico Xicoténcatl González Uresti es sin duda un adversario incómodo, competitivo. Pero es necesario establecer por qué.
El argumento desde el día que fue designado candidato de Acción Nacional, ha sido la sumatoria de los votos obtenidos en la anterior contienda municipal por él mismo, los de Acción Nacional que acumuló Arturo Soto y los alcanzados por Mónica Dávila, de Movimiento Ciudadano. Rebasaron los 100 mil y parecería con este escenario un destino manifiesto el resultado de las elecciones.
Pero no es así. De los 27 mil sufragios que atrajo el médico más de la mitad ya la perdió gracias al abandono de su papel de ciudadano común para convertirse en un político más. De los 25 mil aproximadamente que obtuvo Soto, sólo la militancia radical –alrededor de un 30 por ciento– apoya a Xico, pese a los intentos desesperados de los dirigentes azules por negarlo, mientras que de los 40 mil y tantos de Mónica ni el 20 por ciento o quizás menos comulga con González Uresti, porque esos votos fueron para la esposa de Gustavo como apoyo a éste. En realidad, a ese grupo le importa un bledo otro candidato.
Si pudiera obtener Xico 40 mil votos sería –es una especulación– una hazaña.
¿Por qué entonces es un rival incómodo?
Si no son los votos que en teoría es el factor vital, queda claro que su fortaleza radica en los padrinos. Y aquí sí debe inquietarse el PRI, como lo confirme una
anécdota del entonces gobernador Tomás Yarrington, hoy en desgracia.
En una reunión con reporteros el mandatario pregonaba que la sucesión de los alcaldes se daría por la consulta a la base. ¿Llegó entonces la democracia real al Estado, señor Gobernador?, le preguntaron los periodistas.
Con una sonrisa retorcida, Tomás contestó:
“Sí, será consulta a la base. A mi base de datos…”
Sobran más comentarios…
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