Después de un par de semanas de ausencia por vacaciones nos reincorporamos a este espacio de opinión con un tema que quizá suene racial por aquello de las comparaciones pero cierto. La cultura norteamericana, al menos la del respeto, autoridad y sumisión sobrepasa, en mucho, a la de los mexicanos.
Aprovechando los días de asueto en los Estados Unidos por visitas familiares comprobamos la diferencia enorme que existe entre una nación y otra, y no nos referimos a la gente, el mexicano no tiene punto de comparación sino a la cultura gringa que ha hecho que tan solo cruzando el rio el ambiente sea más seguro, la gente sea más respetuosa y las calles estén mejor hechas.
El tema sale a colación por la gran cantidad de personas que se han visto en la necesidad de salir de este hermoso país que es México huyendo de la inseguridad o en busca de mejores oportunidades en otros países; Tamaulipas concretamente, sigue siendo un territorio afectado grandemente por la violencia y eso ha orillado a su población a abandonar sus hogares. En rueda de prensa convocada este lunes por activistas sociales, integrantes de los colectivos de familiares de personas desaparecidas revelaron que en los últimos años (2017 y lo que va del 2018) casi 20 mil tamaulipecos han salido de estas benditas tierras por la violencia los cuáles se unen a la cifra de más de 38 mil desde que empeoró allá en el 2009.
El asunto sin duda es grave como también la falta de una solución efectiva en estos casi 10 años, administraciones estatales del PRI se han enfrentada a lo problemática, las del PAN lo hacen ahora pero ninguno de ellos ha logrado responderle a esta que se ha convertido en una de las principales demandas de la población.
Pero no nos desviamos del enfoque al que hacíamos referencia al iniciar esta Perspectiva, la conducta de nosotros mismos. Los mexicanos en general pareciéramos cambiar de conducta nada más nos acercamos al puente internacional; desde el uso forzoso del cinturón de seguridad hasta el respeto al pie de la letra del reglamento de tránsito norteamericano (aún y cuando nos pasemos por “el arco del triunfo” el propio) hasta el respeto por la autoridad, lo cual escasea de este lado del charco.
Hablar de corrupción en México es sinónimo de la autoridad local lo que no sucede en los Estados Unidos, al menos no en las mismas proporciones. Pensar siquiera en corromper a un policía da escalofríos al imaginarnos las multas extremas y en dólares que la autoridad aplicaría y qué decir de romper la ley, más vale no meterse con la autoridad.
Platicando con expertos decían que la ciudad de El Paso, ubicada a 14 horas del Valle de Texas es una de las más seguras del vecino estado por la gran cantidad de elementos policiacos con los que cuenta, lo que en México sería contradictorio; mientras más elementos de seguridad estatal, mayor riesgo de que estos se corrompan o al menos ese es el sentir.
Las finalidad de esta perspectiva es que nos analicemos nosotros mismos y entendamos que sí queremos un mejor país el cambio debe de empezar por ti y por mi.
Por cierto, la procuraduría reveló que fueron cumplimentadas un par de órdenes de aprehensión en contra de un jefe y un elemento de la policía ministerial al estar involucrados en un presunto caso de extorsión en donde se solicitaba la cantidad de 10 mil pesos a un presunto delincuente por modificar las pruebas y dejarlo en libertad.
Ni hablar.
Que Dios lo bendiga, gracias
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