Me preguntaba mi nieta María José si yo tenía un amigo imaginario, lo que me llamó sobremanera la atención y le pedí primero me dijera qué es un amigo imaginario y ella con ese grandioso aire de sabelotodo me dijo: Es como un deseo, cierras los ojos y te imaginas el amigo que quieres tener, él sólo existirá en tu mente, pero siempre va a estar contigo, en las buenas y en las malas. ¿Por qué me preguntas eso a mí? Regresándole la pregunta a mi nieta. Es que yo no te conozco ningún amigo real. Bueno María el hecho de que no los hayas visto, no quiere decir que no los tenga, recuerda que estamos evitando el contacto cercano con las demás personas, debido a la pandemia. Sí abuelo, pero como yo sí sigo viendo a mis amigos reales, como lo son mis primos, los veo cada vez que puedo, sobre todo en los cumpleaños, y yo no he visto que tú te reúnas con tus amigos.
María suele ser muy insistente cuando tiene curiosidad en un tema, y no se conformaba con mis respuestas, y para no profundizar en el mismo, quise eludir las próximas preguntas, por lo que le dije: Tienes mucha razón María, en ocasiones no me es posible frecuentar a mis amigos reales, y me tengo que inventar uno imaginario, aunque te diré, que nunca va a ser lo mismo. La niña vio la oportunidad para seguir indagando y me preguntó: ¿Por qué no es lo mismo? Porque siempre es más agradable el contacto humano que sólo el hecho del envío de mensajes y buenos deseos; el poder saludar y abrazar a los amigos te hace sentir vivo, te llena de energía el sólo escuchar su voz, el sentir vivos los buenos sentimientos que fortalecen los lazos unidad, solidaridad, de compasión y lealtad, tal y como tú lo explicaste cuando te referías a estar con esa persona a la que tanto estimas y tanto te hermana en las buenas y en las malas; el amigo imaginario, a final de cuentas, resulta ser tú mismo, quien tratas de resolver todo lo que te inquieta y te preocupa, tratando de darte valor para enfrentar las situaciones difíciles, valor para salir victorioso o derrotado, llorarás entonces en un hombro imaginario, porque no habrá quien te preste el suyo para hacerlo. Mi nieta, que es muy sentimental se entristeció al escuchar mis palabras y por sus hermosas mejillas se deslizaron un par de lágrimas, entonces no me pude contener y la abracé, le hablé con ternura y le dije: Qué bueno que tú tengas muchos amigos reales, porque siempre contarás con el consuelo de su amistad. Mira María, ¿sabes quién es una verdadera amiga? Sonando su nariz, mi nieta respondió: No lo sé abuelo, pero de lo que sí estoy segura, es que tú eres un buen amigo, y que yo seguiré siendo por siempre tu nieta consentida, te amo y siempre podrás contar conmigo.

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