¿Y a usted qué es lo que preocupa?
En el escabroso escenario del proceso de desafuero emprendido por la Cámara de Diputados contra el gobernador Francisco GarcÃa Cabeza de Vaca, politólogos, empresarios, sectores productivos y la sociedad en general, advierten como una inquietante posibilidad para Tamaulipas, la amenaza de un vacÃo de poder ante la investigación penal que lleva a cabo la FiscalÃa General de la República.
Desde luego, es válida esa percepción, aunque en los hechos y en la opinión de su servidor, si no se da un resultado radical como serÃa el encarcelamiento –que hasta ahora no parece cercano– no habrÃa una gran diferencia en el manejo administrativo y polÃtico del Estado en el curso del proceso hasta su final, que sólo Dios sabe cuanto tiempo se llevará.
La razón es evidente. Toda la estructura –leal hasta la médula a Cabeza de Vaca– seguirÃa respondiendo al ahora Ejecutivo, ante la duda de si éste pudiera salir airoso de la tormenta y permanecer en su puesto.
SucederÃa como lo vemos en los juegos de futbol cuando el entrenador es expulsado temporalmente. Desde las gradas continúa dirigiendo el encuentro, aparentemente fuera de la cancha pero con el poder de decisión intacto.
Asà las cosas, si este potencial vacÃo de poder en el Estado requiere de una condición tan extrema como es la prisión, esa posibilidad a pesar de tener sustento, está envuelta todavÃa en la incertidumbre.
¿Entonces qué es lo que deberÃa preocuparnos más a los tamaulipecos?
Si me permite, responderé por mà mismo, aunque sé que coincidirán en esa respuesta muchos paisanos: En lo personal, lo que me quita el sueño es la inseguridad pública.
No está tan lejos en el tiempo como para no recordarlo. Citaré sólo un caso a manera de ejemplo: Las carreteras.
Durante el sexenio de Egidio Torre Cantú y hasta su conclusión, con todo y los niveles de riesgo que aún prevalecen y nos duelen en nuestra patria chica, ese indeseable fenómeno era mucho más grave que hoy en dÃa.
En ese amargo pasado, viajar por las carreteras era una apuesta con la muerte o por lo menos con la pérdida de un patrimonio o daños a nuestra integridad fÃsica y la de nuestros seres queridos.
Durante los primeros años de Egidio muchos dejamos de ver a la familia y amigos, muchos también perdieron su medio de vida y a sus clientes, agricultores y ganaderos vivÃan un viacrucis al trasladar sus cosechas y hatos, ante el peligro de transitar por tierra.
Por ese grave problema, se crearon vuelos temporales como opciones emergentes de comunicación, se organizaban caravanas de vehÃculos custodiados por la PolicÃa Federal y viajar en la noche era casi una forma de suicidio. De hecho, aún pervive ese temor.
No es Cabeza de Vaca santo de mi devoción ni mucho menos. Durante su mandato ha dividido al Estado de acuerdo a sus simpatÃas y enconos personales con daños que tardarán en repararse, pero es imposible dejar de reconocer la dosis de tranquilidad que devolvió a los tamaulipecos en el orden público, aunque en estos momentos por desgracia repunte otra vez la criminalidad en la frontera.
No conozco la manera de pensar de todos mis vecinos, de mis compañeros de trabajo, del comerciante sin importar su tamaño o del campesino y pequeños ganaderos, pero dudo mucho que les agradarÃa volver a vivir los caóticos dÃas del bandolerismo desatado en las carreteras.
¿Por qué pensar que esas terribles experiencias retornarÃan?
No es mi intención satanizar a las actuales estrategias federales en materia de seguridad, pero hasta ahora no he visto en Tamaulipas ni en otros estados una presencia real de autoridades de ese orden, que nos permitan respirar tranquilos. Es un hecho: En los caminos de Tamaulipas, por cada agente federal veo diez del Estado y por cada patrulla de la Guardia Nacional veo cinco tamaulipecas. No es garantÃa absoluta de respeto a la ley, pero sà son una señal de la misma.
Lastima admitirlo: Dudo mucho que esa tranquilidad prendida con alfileres se conservarÃa con la extinción abrupta, de tajo, sin opciones planeadas, del esquema estatal de seguridad. Es un riesgo real a juzgar por lo que sufren otras entidades en ese rubro, sin un auxilio tangible del gobierno central.
Apoyo sin tapujos al Estado de Derecho y a la aplicación de la justicia. Apoyo también que sin excepciones quienes delinquen paguen por sus actos ilÃcitos.
Pero qué lamentable serÃa que para lograr eso, nos lleven a todos los tamaulipecos entre las patas de los caballos…
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