Aunque no conozcamos de economía, las discrepancias entre economistas son conocidas. Cuando vemos a economistas hablar sobre la situación económica en los países, vemos debates enfrentados sobre qué políticas tienen mayor incidencia en la sociedad, cuales son más provechosas, o cual es moralmente superior. Sinfín de disputas se produce pues la heterogeneidad de las economías en el planeta y la estructura de gobierno determinan su impacto. Es una ciencia social, el comportamiento de la sociedad tiene influencia directa. Para la gran mayoría, se trata de ganar más, para poder gastar en satisfacerse.

Los economistas tienen opiniones acerca de la economía dispares. A lo largo de la historia, la economía es dinámica y cambiante. Pese a que los modelos y principios económicos mantienen consenso entre economistas, la distinción de objetivos los lleva a mantener debate sobre qué políticas son las más acertadas en la teoría, rebatidas por situaciones fallidas donde los principios usados no dan los resultados buscados. Un debate que surge de la ideología política de los economistas, que parece más propia de desconocimiento, da lugar a manipulación y engaño basado en la teoría y en la ciencia, engaño que solo lo palía la formación académica y el conocimiento. Estos comportamientos prostituyen la ciencia económica; haciendo creer que la economía es ciencia filosófica, en la que no existen principios que rijan la academia de la económica, afirmación falsa, pues pese al sesgo ideológico, la economía mantiene su rigor que le da capacidad para llevar a cabo aportes que han mejorado la vida y conformado la sociedad tal y como la conocemos.

Vemos a nuestros políticos hacer afirmaciones acerca del comportamiento de la economía, en las que observamos falta de conocimiento en las mismas. Margaret Thatcher, fue defensora del concepto de que los políticos no sabían de economía, pero adoptaban políticas que marcarían el rumbo de esta en un futuro. Esto nos puede hacer una idea de culpabilidad de los políticos en estos asuntos, pues son los precursores del desconocimiento. Por ejemplo, plantear en el presupuesto de ingresos un precio internacional del petróleo está sujeto a factores externos.

Discursos partidistas, afirmación de teorías propias o confianza en ideologías llevan a presuponer, de forma precoz y atrevida, que existe un único comportamiento de la sociedad, uniformidad que contempla un único resultado posible. Cuando se estudia economía, se observa que es falso y las variables son factor determinante. Para ello es necesario uso de métricas y conocimiento que va desde el modelo inductivo al deductivo; aglutina ciencia ortodoxa y heterodoxa, compaginando métrica y observatorio. El conocimiento trata de dar respuesta a esas incógnitas que, por situaciones ajenas a la ciencia económica, malmeten los gobiernos y expertos.